Terry Gilliam, el maldito más popular, siempre pendiente del dios del cine

  • El autor de 'Brazil' y 'El rey pescador' vuelve a las salas españolas.
  • 'El imaginario del doctor Parnassus' es su nueva película.
  • Repasamos con él toda su carrera.
Terry Gilliam se columpia durante el rodaje de 'El imaginario del doctor Parnassus'.
Terry Gilliam se columpia durante el rodaje de 'El imaginario del doctor Parnassus'.
Sony Pictures
Terry Gilliam se columpia durante el rodaje de 'El imaginario del doctor Parnassus'.

Es tan excéntrico y simpático como cabe esperar. Recostado en la silla, Terry Gilliam elogia España y responde con risotadas. Está de vuelta. Y con nueva obra: otra cita con la locura, la genialidad y la desgracia.

Empecemos por el final: El imaginario del doctor Parnassus, que se estrena en ocho días. Un alucinatorio viaje interrumpido por el fallecimiento de Heath Ledger. A Gilliam le había pasado de todo menos la muerte, en pleno rodaje, de un actor.

"Quise marcharme a casa y dejarlo todo –explica emocionado–, pero el resto del equipo me convenció para terminarla. Con la llegada de Jude Law, Colin Farrell y Johnny Depp la película es muy diferente. Mejor".

Entre 'Pinocho' y la Biblia

Gilliam nació en 1940 en Minneapolis, en "la inocente América que Spielberg se empeña en mostrar en sus filmes". Su familia se mudó a "una casa clavada a la de Eduardo Manostijeras" en California. Le marcaron el circo, Pinocho, Blancanieves ("las primeras películas de Disney eran aterradoras, como debe ser. Los cuentos de hadas tienen que enfrentarse a los miedos reales") y la Biblia. "Es un libro realmente bueno", dice.

Ya dibujaba cuando trabajaba en Chevrolet. Se mudó a Nueva York, saltó a Europa y, en 1969, entró a formar parte de Monty Python, que le catapultó al éxito.

"Esa época –explica– me dio confianza. La libertad me sirvió de mucho como cineasta. Supe que mis errores serían más interesantes que los de productores, ejecutivos y demás burócratas del entretenimiento».

Mientras, empezó a rodar largos en solitario. El primero, Jabberwocky (1977), sobre un poema de Lewis Carroll, sugería los defectos y las virtudes que salpicarían su obra. Los críticos la destruyeron. No pasó lo mismo con la aclamada Los héroes del tiempo (1979).

Las buenas perspectivas se confirmaron con Brazil (1985), que le convirtió en un autor de culto. Era la pica final de una nueva forma (adelantada por Blade Runner) de ciencia ficción pero, también, ejemplo de su inestable y cenagoso mundo. Fascinó a los críticos, pero sólo optó a dos Oscar menores (que perdió).

Brazil fue clave para entender el cine de los ochenta, pero también un fiasco en taquilla. Y era tan imaginativa que su director fue acusado de dar prioridad a la forma sobre el fondo, de que su esplendor visual sepultaba los elementos más palpables del relato. Algo con lo que Gilliam discrepa:  "Esa exuberancia visual es parte del mensaje –afirma–. Amo buscar formas visuales nuevas: creo que, por eso, mi cine gusta tanto a los niños. Los adultos somos más estructurados. El tiempo le ha hecho un favor a mi cine: prueba a ver Brazil diez veces. Seguro que en cada visión descubrirás algo nuevo".

El gran mentiroso

En 1989, Gilliam estrenó Las aventuras del barón Munchausen; entre patética y fantasiosa, era terreno abonado para su estilo. Pero se estrelló: el presupuesto dobló la previsión inicial. Su distribuidora, Columbia, entró en graves problemas que afectaron a la difusión de la cinta. Y, dando la razón a Gilliam, el filme ha ganado con el tiempo.

Escaldado por la hecatombe, Gilliam apostó sobre seguro con El rey pescador (1991) y 12 monos (1995). La primera, un éxito, es seguramente su película más convencional. La segunda, basada en el legendario mediometraje francés La jetée (1962), fue otro éxito en taquilla, lo que dio más libertad a su autor. Algo que, como confiesa, no siempre es bueno: "Las limitaciones de dinero y tiempo me sirven para enfocarme. Me ayudan a buscar soluciones reales".

Poco contacto con la realidad tenía Miedo y asco en Las Vegas (1998), adaptación de la homónima novela de Hunter S. Thompson. Pese al reparto de lujo (entre otros, Johnny Depp y Benicio del Toro), la cinta no fue un gran éxito, algo comprensible debido a su delirante argumento.

Pero la gran locura de Gilliam llegaría después, cuando se sintió capaz de rodar su eterno proyecto, El hombre que mató a Don Quijote. Todo lo que podía pasar de malo pasó, y el cineasta quedó en la bancarrota y definitivamente marcado como maldito. Hollywood le cerró las puertas, pero no Europa o Japón, donde sigue siendo admirado y financiado.

Con esos fondos internacionales Gilliam completó sus obras más recientes: Los hermanos Grimm (2005), Tideland (2005) y El imaginario del doctor Parnassus (2009).

¿Se considera afortunado por poder seguir haciendo filmes, o desgraciado por todo lo que le ha ocurrido? "No lo sé", responde con una penúltima carcajada. "Sigo pensando que hay una especie de dios de las películas, que no soy yo, que decide estas cosas. Yo me limito a trabajar y ese alguien, desde arriba, decide cómo marcharán las cosas".


Lost in La ManchaCulpable y víctima del desastre

En 2000, Keith Fulton y Louis Pepe aterrizaban en España para rodar el making of de El hombre que mató a Don Quijote, que iba a ser la película más cara del cine europeo. Pero todo se torció: Jean Rochefort se destrozó tras una caída, las agendas de Johnny Depp y Vanessa Paradis volvieron loco a Gilliam y una tormenta en las Bardenas destruyó los escenarios.

El resultado es Lost in La Mancha, testimonio del genio e irresponsabilidad de Gilliam. "Me gusta mucho ese documental –dice el director–, porque demuestra que todos los que afirman que rodar una película es sencillo y maravilloso sólo dicen gilipolleces".

No pases de...

(tres citas obligadas para poner los sentidos a tono)

UNA PELÍCULA

BrazilBrazil. En un futuro dominado por la oscuridad y las máquinas, una mosca cae en un ordenador para cambiar el destino de un hombre. Película de culto, referencia ineludible de la ciencia ficción, pesimista, en ella Gilliam se adentró en los cerebros de Kafka u Orwell para prever un futuro terrible. Recientemente fue lanzada una edición doble para coleccionistas. (Terry Gilliam, 1985. 20th Century Fox. 8,95 euros).

UN DISCO

Fear and Loathing in Las VegasFear and Loathing in Las Vegas. El aterrador y pesadillesco mundo que crearon las letras de Hunter S. Thompson y la visión de Terry Gilliam se ven complementadas por una banda sonora de lo más variado, en la que caben desde el She’s a Lady de Paul Anka y Tom Jones al Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de The Beatles. Además, mucha buena música setentera: Jefferson Airplane, Buffalo Springfield, The Youngbloods... (B. S. O. Geffen Records. 9 euros).

UN LIBRO

Terry Gilliam InterviewsTerry Gilliam Interviews. Además de un gran cineasta, Gilliam es un entrevistado ideal por su brillante discurso y absoluta franqueza. Así lo testifica esta recopilación de entrevistas, en las que repasa su niñez y juventud, su formación como animador, su mudanza a Inglaterra y su carrera en los Monty Python, así como su posterior obra en solitario.  (David Sterritt y Lucille Rhodes, 2004. University Press of Mississipi. 20 euros).
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