Entre los siglos XI y XV, Aragón era un tierra de castillos, de batallas y caballeros. Hasta mil torreones y fortificaciones llegó a tener el Reino (sólo la localidad zaragozana de Luna contaba con cuatro). De ellas, tan sólo quedan unos 700, la mayoría en estado ruinoso. De hecho, sólo unos 120 serían recuperables, según el catálogo de los Amigos de los Castillos de Aragón.
En la actualidad únicamente permanecen abiertos y visitables 45, como los castillos de Peracense ( Teruel), en Loarre (Huesca), y el de Mequinenza (Zaragoza), aunque 516 son Bienes de Interés Cultural.
"No se pueden restaurar todas las fortalezas, pero sí salvar sus restos porque consolidar sus ruinas es proteger el patrimonio" subrayó el vicepresidente de la asociación Amigos de los Castillos de Aragón, Luis Zueco.
Las fortificaciones de Jarque, Santías, Langa del Castillo, Maluenda y Monreal de Ariza presentan los casos más preocupantes, a pesar de su potencial como foco turístico, según Zueco.
Aun así, recientemente se ha intervenido en otros como Montearagón, Grisel o Sádaba, además de Vera de Moncayo, Cedrillas y Calatayud.
Este periódico solicitó al Gobierno de Aragón hace tres semanas la cuantía de las inversiones que realiza para la recuperación de estos restos, pero no ha recibido respuesta.
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