Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

Eurosimplificación

El ganador de Eurovisión, con el trofeo.
El ganador de Eurovisión, con el trofeo.
TOBIAS SCHWARZ
El ganador de Eurovisión, con el trofeo.

El pasado sábado pudimos comprobar delante de la televisión hacia dónde nos lleva la mayor parte de la política actual. Había una cierta sensación en la opinión pública de que un festival de canciones, que en otro tiempo sirvió para mostrar una cierta unidad en Europa de un modo lúdico e inocente, se había convertido en un asunto de alta geopolítica, una suerte de tablero de juego sobre el que se iban a ajustar algunas cuentas pendientes.

No sé qué tipo de enajenación colectiva llevó a más de uno a querer proyectar en Eurovisión sus frustraciones y complejos políticos. Muchos opinan que estamos polarizados y no es una cuestión local. Sucede en muchas partes del mundo y parece consecuencia de una cierta mercadotecnia interesada dirigida por algunas elites, que parecen convencidas de rascar un beneficio futuro entre tanta discordia.

No sé qué tipo de enajenación colectiva llevó a más de uno a querer proyectar en Eurovisión sus frustraciones y complejos políticos.

En el plano más ideológico y quizá más cercano, algunos observadores como el norteamericano Ezra Klein en su interesante Por qué estamos polarizados ven la causa última en el problema de la identidad. El resorte de la identidad propia frente a otras divergentes y amenazantes parece el mejor combustible para que la polarización arrase con todo. Qué mejor muestra de identidad que la de un festival de canciones en el que el ciudadano tiene, si quiere, voz en la red social y voto, previo pago.

Resulta muy triste comprobar cómo se simplifica el conflicto de Gaza, Hamás e Israel de un modo tan simple. Abucheos, gritos, la sublimación del televoto en un festival hortera de canciones malas y su exhibición posterior a través de la red social como muestra de pertenencia a un bando. Los que gritan “genocidio” sin querer saber nada más creen tener cubierta así su cuota de morfina para la conciencia. Los que apoyan a Israel muestran orgullosos su voto. Y no sirve para nada.

El esperpento de Eurovisión es un reflejo de la frustración social que siente el ciudadano ante una política incapaz de abordar problemas serios, de no tomar el camino fácil de la militancia y los cuatro estribillos. El conflicto en cuestión requiere alta cirugía, talento, buenas intenciones, tiempo, conocimiento y paciencia, no basta con un cursillo de primeros auxilios.

Si la política no nos sirve, tenemos que mejorarla de manera urgente. Eso se logra mediante la implicación de gente preparada, con ganas de ayudar y con poco apego al poder, es decir, con una salida profesional de alto nivel. Si las sociedades se convencen de que la política no puede resolver problemas y que, además, se dedica a originarlos es cuando vienen los conflictos graves y los fallos sistémicos. 

Periodista y escritor

Colecciono coca colas falsas en lata y hago fotos a las bolsas de plástico en los árboles. He publicado libros de poemas y relatos. Mi última novela es "Hilo musical para una piscifactoría". Se llevó al cine bajo el título de "Miau". He sido redactor en prensa, presentador en tele y radio y ahora me piden que opine. Licenciado en derecho, MBA, máster en periodismo y doctor en comunicación e información. He tenido una agencia de marketing, alguna experiencia de éxito en comercio electrónico y doy clases en algún máster sobre esto.

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