Sarah Morris Corresponsal británica en España
OPINIÓN

El antiguo 'gentleman’s club', el lugar londinense de los hombres poderosos

El club de caballeros en el que se reúnen los hermanos Bridgerton en la ficción, que en la realidad es el 'Reform Club'.
El club de caballeros en el que se reúnen los hermanos Bridgerton en la ficción, que en la realidad es el 'Reform Club'.
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El club de caballeros en el que se reúnen los hermanos Bridgerton en la ficción, que en la realidad es el 'Reform Club'.

El exclusivo club londinense The Garrick Club, que ha pasado dos siglos siendo un dominio enteramente masculino, ha votado esta semana a favor de dejar entrar a las mujeres. La votación del sí – una decisión tomada a puerta cerrada entre casi 1.000 socios – no fue aplastante: el 40% quisieron dejar las cosas tal y como estaban.

Además, la decisión de abrir el club a socias ha sido tomada en buena medida como consecuencia de la presión del periódico de izquierdas The Guardian, que publicó en marzo una lista de socios entre los que se encontraban algunos famosos como los músicos Sting y Mark Knopfler (Dire Straits), los actores Benedict Cumberbatch, Brian Cox y Stephen Fry y el mismísimo Rey Carlos III.

La mayoría son blancos con más de 50 años. "La lista completa de los socios revela su posición central como bastión de la clase dirigente británica, incluyendo docenas de abogados destacados, los directores de instituciones culturales con financiación pública, el director del funcionariado y el Rey Carlos", escribió Amelia Gentleman, la reportera que publicó la exclusiva.

La pertenencia de algunos socios al club masculino provocó indignación entre los activistas para la diversidad. El responsable máximo de la Administración Pública británica, Simon Case, jefe de un millón de funcionarios, y Richard Moore, el director del CNI británico, habían hablado mucho en el pasado sobre la necesidad de tener más diversidad entre sus plantillas. Los dos dimitieron del Garrick unos días después de la publicación. Celebridades como Sting y Fry amenazaron con dimitir también si el club no permitía votar para abrirse a mujeres.

Hay comentaristas que defendieron la continuación de la exclusión de mujeres en estos clubs, argumentando que no son sexistas ni lugares para hacer negocios, sino espacios relajados para hombres, para expresarse entre ellos. "Es posible ser un miembro masculino decente de la sociedad – uno que apoya las oportunidades iguales en el lugar de trabajo, que cambia pañales, lucha en general por ser un dios doméstico y está (felizmente) rodeado por mujeres y niños pequeños en su casa – y al mismo tiempo disfrutar de una comida con los muchachos", escribía el crítico de restaurantes William Sitwell en el periódico conservador The Telegraph.

Hay campeones de la igualdad que sí ven una perpetuación del  patriarcado a través de clubs como The Garrick o The Travellers Club: "Estos clubs fueron creados para personas que recibieron privilegios superiores", dijo Jude Kelly, director de teatro y fundador de Women of the World Foundation que lucha por la igualdad de género, a The Guardian: "No es lo mismo que un picnic entre mujeres o un club de cricket de chicos. Es un lugar que mantiene el poder masculino".

Los contactos y las amistades, que estos gentlemen’s clubs fomentan en una sociedad muy clasista, sí dan ventaja a sus socios en sus carreras, muchas dentro de las instituciones del estado británico. Por eso, es importante que mujeres entren en The Garrick en número suficiente para sentirse cómodas en sus instalaciones. De momento, en un correo filtrado, el presidente de The Garrick habla de dejar entrar en seguida “una o dos socias" que sean "señoras excepcionales”, insistiendo que otras tendrán que entrar por el proceso normal que suele durar dos años y que requiere una propuesta por otro socio, firmas en un libro y puede recibir “bola negra”.

La actriz Joanna Lumley, encargada de anunciar los resultados del Reino Unido en Eurovisión este fin de semana, puede ser una de las primeras propuestas después de ser vetada en 2011. Junto a su nombre un socio escribió entonces: "Las mujeres no están permitidas aquí y jamás lo estarán". Otro puso: "¿Quiénes se creen que son?". La entrada de Lumley y otras, como la historiadora de arte Lucinda Lambton, será un símbolo de lo mucho que ha cambiado la sociedad londinense y de cuanto más tiene que transformarse.

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