Sarah Morris Corresponsal británica en España
OPINIÓN

Te retiro el látigo para castigarte, la rara jerga de la política británica

El ministro británico para Gales, Simon Hart.
El 'Chief Whip', Simon Hart, en una imagen de archivo.
STEFAN ROUSSEAU / DPA / EUROPA PRESS
El ministro británico para Gales, Simon Hart.

Otro diputado británico "ha perdido el látigo" esta semana. Simon Hart, el Chief Whip, el "Látigo Principal", ha "retirado el látigo" del conservador Mark Menzies. En la rara jerga del Parlamento londinense, cuando el Látigo Principal "retira el látigo" de un diputado es un castigo, considerado como una suspensión o expulsión de su partido político. Los diputados sin látigo no pierden el escaño; siguen en el Parlamento británico cómo diputados independientes.

Quizás conocerás al látigo inglés más siniestro: el ficticio Frances Urquhart, de House of Cards, que Ian Richardson interpretó magníficamente antes de Kevin Spacey en la versión americana. 

Algunos de los látigos verdaderos también han asustado, sobre todo en el pasado. Un ejemplo es el Laborista Walter Harrison, que apretó los testículos del joven diputado Jack Straw en los años setenta, como cuenta el ex ministro del interior a la BBC en El Poder de los Látigos: los responsables Silenciosos del Cumplimiento.

Otros whips traen a los diputados enfermos del hospital o buscan a sus compañeros en los baños del Parlamento, convenciéndoles de los argumentos del liderazgo o simplemente dándoles empujones para que en una votación entren en el pasillo deseado, ya sea el del sí a la derecha, denominado aye en el inglés antiguo, o el de la izquierda, del no. no gastamos botones automáticos en Londres.

El término "látigo" viene del vocabulario de la caza de zorros del siglo XVIII, refiriéndose a un asistente que empleaba un látigo para devolver a los perros a la jauría principal. ¡Y qué jauría tiene el Hart de momento! El último sabueso embarazoso, Menzies, es acusado de haber llamado a una voluntaria de 78 años del Partido Conservador a las 3.15 de la madrugada pidiéndole unos 6.000 euros para pagar a "malas personas" que le tenían secuestrado. Según una investigación del periódico conservador The Times, cuando la compañera se negó a entregarle tanto dinero a esa hora de la noche, respondiendo que llamaría a la responsable de su oficina por la mañana, Menzies se enfadó, diciendo que era cuestión de "vida o muerte".

Menzies está acusado por The Times de haber utilizado hasta 16.000 euros de donaciones a su partido en gastos personales. Menzies niega todas las acusaciones y este domingo, después de la retirada del látigo, ha dimitido del partido.

Los laboristas y los demócratas liberales, exigen más respuestas del partido de Sunak, incluyendo saber porque el Látigo Principal no ha tomado acciones antes contra Menzies cuando supo lo que pasó hace tres meses. La voluntaria Katie Fieldhouse contó todo a Hart. "Me he matado trabajando para el partido", contó a la BBC, "lo único que ellos han escuchado es una abuelita de 78 años. El partido me ha fallado".

Hay actualmente 18 diputados sin látigo, ahora independientes, un grupo más grande que los Demócratas Liberales

Menzies no es el primer diputado que ha perdido el látigo en esta legislatura. Hay actualmente 18 diputados así, ahora independientes, un grupo más grande que los Demócratas Liberales, cuenta The Guardian.

Buena parte de los casos de los laboristas tienen relación con comentarios vistos como inaceptables por el líder Keir Starmer; muchos de los relacionados con los diputados conservadores son escándalos sexuales.

Otra visión ficticia del poder e influencia de los látigos en el Parlamento británico es ofrecida en la novela del año pasado Whips. Su autora, Cleo Watson, es una funcionaria que trabajó con los antiguos primeros ministros Theresa May y Boris Johnson.

Watson dijo al programa Woman’s Hour de la radio BBC que tenía que cambiar partes de su novela porque algunos disparates que había inventado acabaron pasando en la realidad, como un diputado conservador mirando pornografía relacionada con tractores delante de compañeras en el Parlamento. Últimamente, en The House of Commons, la realidad supera la ficción.

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