PP y Vox han cogido al toro por los cuernos con dos proposiciones de ley que ya han pasado su primer trámite parlamentario: Ley de Libertad Educativa y Ley de Concordia. Han entrado de lleno en dos de los asuntos que la izquierda considera sus cotos privados de caza. Porque la izquierda no consiente otro modelo de enseñanza y otro tipo de relato que no sea el suyo, todo lo demás es producto del involucionismo populista de la ultraderecha y del blanqueo del franquismo.

Visto lo visto esta semana en Les Corts, PSPV y Compromís ya tienen en la escuela, el valenciano y la memoria democrática sus tres caballos de batalla para plantar cara al Consell de la Generalitat. La visita de los ministros Bolaños y Morant al 'Paredón de España' del cementerio de Paterna es muy representativa de lo cómodo que se sienten el Gobierno de la nación y la oposición valenciana en las denominadas 'guerras culturales'.

Podrá decirse que el PP se ha dejado arrastrar a unas arenas movedizas donde se manejan bien Vox y el PSOE-PSPV. Y que esta maniobra le puede salir cara. A estas alturas es más que evidente que PSOE y Vox se necesitan el uno al otro; los socialistas para movilizar a sus votantes y protagonizar desde la izquierda el enfrentamiento; la formación de Santiago Abascal para cortar la sangría de votos que desde un año vienen sufriendo en beneficio de los populares.

Lo que no podrá decirse es que el Gobierno de Mazón no legisla en sintonía con sus votantes, que pedían una respuesta clara a las leyes del Botànic en estos tres asuntos. La Ley de Memoria Democrática y las leyes educativas del Botánic no tenían como objetivo el consenso y el bien común. Respondían a eso que George L. Mosse denominaba outsiders e insiders: los que forman parte del grupo y los que son marginados por no compartir los valores impuestos.