Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

El Puente de los insultos

Carlos Alsina entrevista a Óscar Puente en los micrófonos de Onda Cero.
Carlos Alsina entrevista a Óscar Puente en los micrófonos de Onda Cero.
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Carlos Alsina entrevista a Óscar Puente en los micrófonos de Onda Cero.

Suena a película de espías, pero es un mal culebrón. El ministro de Transportes Óscar Puente explicó en una entrevista con Carlos Alsina que su equipo de asesores de comunicación elabora una recopilación de insultos y descalificaciones que ha recibido el ministro en periódicos y medios digitales desde el día en que se subió a la tribuna en lugar de Sánchez durante el debate de investidura.

Además del propio Alsina, son muchos los que se han extrañado de que el ministro tenga a sus asesores ocupados en esta curiosa labor. El Corpus iuris civilis, el Vidal Mayor, las Etimologías de San Isidoro de Sevilla o el Diccionario de María Moliner son compilaciones que han ayudado a lo largo de la historia al ser humano en general y a España en particular a avanzar y a ser lo que es hoy. Sin embargo, este diccionario de exabruptos que prepara el equipo del ministro no sabemos a dónde nos lleva. ¿Será quizá un espejo?

Mando desde aquí un saludo comprensivo a los asesores que rastrearán este artículo en busca de insultos. Mucho ánimo. De todo se sale. Si son ustedes periodistas vocacionales, hagan una reflexión a mi salud. Si solo son pegacarteles de partido, sigan a lo suyo a la paz de Dios. No vamos a descubrir ahora que el cargo de asesor es el premio que reciben algunos afiliados de base, los más intensos miembros de las juventudes y los que se prestan a hacer de decorado en la imagen de un mitin. Pasa en muchos partidos, ya lo hemos dicho.

Lo de aportar algo al debate, sugerir soluciones, exigir un tono más sosegado, reflexionar sobre la responsabilidad de cada uno y recordar el deber de servicio al ciudadano es algo que interesa menos.

No cabe duda de que el ministro se saca el carné de víctima con esta compilación que interesaría a Cela y quizá a Umbral. Los insultadores bloqueados también obtienen su estrella Michelín del desprecio ministerial. Y todos contentos. Lo de aportar algo al debate, sugerir soluciones, exigir un tono más sosegado, reflexionar sobre la responsabilidad de cada uno y recordar el deber de servicio al ciudadano es algo que interesa menos.

Es evidente que el ministro no da con el tono y tampoco parece intentarlo, que su perfil dista mucho de la idea de un prócer ejemplar con una trayectoria intachable, pero insultar, descalificar y vejar a una autoridad que no deja de ser un representante del pueblo no debería ser el trabajo de columnistas, opinadores, tertulianos y analistas. Para pedir que alguien mejore el tono, lo primero es aplicarse el cuento. Son asuntos tan básicos que dan vergüenza ajena. Unos y otros: vuelvan al colegio o al bar en el que todavía creen que están y déjennos en paz.

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