Cuando estaba en los Estados Unidos me cansé de escuchar que para los políticos con aspiraciones había dos límites insalvables: aparecer pringados en algún asunto financiero sucio y enfrentar alguna acusación de infidelidad matrimonial.
El puritanismo era estricto y las consecuencias más evidentes las pagó Harry Hart, un brillante candidato presidencial demócrata, inteligente, atractivo para las mujeres, y predestinado a grandes éxitos hasta que un mal día para su suerte apareció en la prensa sensacionalista en una fotografía navegando por el Caribe en compañía de una rubia de muy bien ver que no era su esposa. Por cierto, una esposa tolerante – vivir una temporada en la Casa Blanca siempre es tentador – que viendo peligrar su futuro enseguida accedió a aparecer en televisión abrazada a su esposo sin que los cuernos dificultasen besos y abrazos entrecortados con expresiones de amor eterno.
Aquella exhibición de perdón u olvido de lo ocurrido no sirvió de nada. En las siguientes primarias, creo recordar que en el estado de Nebraska, el rechazo fue un desastre y, el aspirante infiel, tuvo que retirarse con la cabeza gacha y sin perspectivas de volverla a recuperar erguida ante la opinión pública. Han transcurrido cerca de treinta años, suficientes para que todo sea olvidado y por lo que parece diferente.
Estos días pasados el candidato reincidente Donald Trump, seguramente el más corrupto de la Historia del país, tanto en los negocios como en la cama, está pasando por encima de sus escándalos entre los votantes que le mitifican. No tanto por los jueces que tienen que pronunciarse sobre los más de noventa procesos que enfrenta. Muchos votantes asustados de que semejante personaje vuelva a la Presidencia, donde tan malos recuerdos ya dejó durante una Legislatura, confían que la Corte Suprema invalide su candidatura como aspirante republicano. En la espera del fallo, de momento le negó retrasar el calendario de juicios que pretendía, y en la primera ronda sobre acusaciones fiscales, la multa que le espera es de 355 millones de dólares. Una pasta gansa, aunque seguramente no muy lesiva para su cuenta corriente. Será por dinero…
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