OPINIÓN

Cuestión de edad

El presidente Joe Biden habla en la cervecería Earth Rider, el jueves 25 de enero de 2024, en Superior, Wisconsin.
El presidente de EEUU, Joe Biden.
Adam Bettcher / LA PRESSE
El presidente Joe Biden habla en la cervecería Earth Rider, el jueves 25 de enero de 2024, en Superior, Wisconsin.

La cuestión de la edad se ha convertido estos días en el gran debate de las primarias de los Estados Unidos. Un par de lapsus de memoria de Biden en público, no es la primera vez que ocurre, han hecho saltar las alarmas, a lo que se ha sumado un informe del fiscal Hur que siembra dudas sobre su capacidad cognitiva para asumir un nuevo mandato.

Aunque en la Casa Blanca se han apresurado a descartar ese problema, aseguran que el Presidente goza de buena salud, Donald Trump y sus seguidores sin duda sacarán provecho para el caso bastante probable de tener que enfrentarse con él en noviembre.

Pero tampoco Trump con sus casi 78 años puede presumir de jovencito. La realidad es que si logran ganar la próxima legislatura cualquiera de ellos acabaría abandonando el poder en enero de 2029 con el récord histórico de haber sido el presidente más viejo en la Casa Blanca.

En España no nos gustan los viejos en el trabajo. Llevamos años apostando por las prejubilaciones a edades tempranas y, a día de hoy, solo un 10% de las personas de 60 a 64 años trabajan, una cifra que nos aleja del resto de la Unión Europea, que duplica la tasa de empleo en esa franja de edad.

Los prejubilados reciben con diferente talante la noticia de que, a partir de ahora, el despertador ya no marca el ritmo de sus vidas. Y, aunque los días de vacaciones se multiplican y los viajes del Imserso animan, muchos de ellos manifiestan que les gustaría seguir aportando algo a la sociedad con su trabajo y sus conocimientos. Se consideran capacitados para hacerlo. La búsqueda de soluciones a este dilema en una población cada día más envejecida se hace necesaria.

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