Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

La amnistía embarranca en sus contradicciones

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una sesión plenaria, en el Congreso de los Diputados, a 30 de enero de 2024, en Madrid (España). El Pleno del Congreso celebra una sesión extraordinaria hoy para debatir y votar el dictamen de la Comisión de Justicia a la Proposición de Ley Orgánica de amnistía para la normalización institucional, política y social en Cataluña, así como las enmiendas que se mantengan vivas y los votos particulares que, en su caso, se han presentado. La votación final requiere del apoyo de la mayoría absoluta de la Cámara (176 votos) al tratarse de una ley orgánica. 30 ENERO 2024;AMNISTÍA;PLENO;CONGRESO;POLÍTICOS;LEY;SESIÓN Alberto Ortega / Europa Press 30/1/2024
El presidente Pedro Sánchez durante la sesión de este martes en el Congreso.
Alberto Ortega / EP
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una sesión plenaria, en el Congreso de los Diputados, a 30 de enero de 2024, en Madrid (España). El Pleno del Congreso celebra una sesión extraordinaria hoy para debatir y votar el dictamen de la Comisión de Justicia a la Proposición de Ley Orgánica de amnistía para la normalización institucional, política y social en Cataluña, así como las enmiendas que se mantengan vivas y los votos particulares que, en su caso, se han presentado. La votación final requiere del apoyo de la mayoría absoluta de la Cámara (176 votos) al tratarse de una ley orgánica. 30 ENERO 2024;AMNISTÍA;PLENO;CONGRESO;POLÍTICOS;LEY;SESIÓN Alberto Ortega / Europa Press 30/1/2024

Entre la humillación y la derrota parlamentaria, Pedro Sánchez optó ayer por lo segundo, con lo que la ley de amnistía vuelve al punto de salida, a la Comisión de Justicia, donde los socialistas intentarán retocar el texto para obtener el beneplácito final de Junts. Es posible que cuando regrese al pleno de la Cámara Baja los de Carles Puigdemont hayan acabado obteniendo casi todo lo que ahora exigían, pero el PSOE no podía aparecer, a pocas semanas de las elecciones gallegas, arrodillado ante el órdago de los independentistas. 

Las últimas cuarenta y ocho horas habían sido de infarto después de que el Gobierno hubiese aceptado amnistiar un terrorismo "bueno", aquel que no vulnera gravemente el derecho humanitario, lo cual es a todas luces una aberración y un disparate conceptual. El protagonismo mediático judicial, primero de la instrucción de García-Castellón sobre el Tsunami Democràtic, y poco después del juez Joaquín Aguirre con el caso Voloh –la trama rusa del procés–, prorrogando ambos las investigaciones, ha evidenciado que el regreso de Puigdemont podría eternizarse hasta que esos posibles delitos, de terrorismo y alta traición, quedasen descartados. Junts no podía votar una amnistía que no fuese de aplicación inmediata, que dejase a alguien fuera, y menos aún al expresident fugado.

La ley embarranca en sus contradicciones, y eso pese a que los artífices materiales llevaban meses negociándola punto por punto. El problema es que Junts quiere un texto de punto final, que lo amnistíe todo por si acaso y que además impida que los jueces intervengan, lo cual es absolutamente contrario al Estado de derecho y a la separación de poderes. Puede que las apreciaciones que formulan contra Puigdemont García-Castellón y Aguirre sean equivocadas, exageradas, y también que les mueva en parte su oposición a la amnistía, un rechazo que es general entre la judicatura, por razones comprensibles, pero son investigaciones que estaban en curso. El Tsunami fue violento y tenía propósitos manifiestamente anticonstitucionales, y la injerencia rusa en el procés también ha sido denunciada por el Parlamento Europeo. Hay muchos elementos que vinculan a Puigdemont y sus colaboradores con amistades peligrosas.

Pese al revés sufrido ayer, habrá amnistía porque la legislatura descansa sobre esa exigencia, aunque para el PSOE es una pésima noticia que su aprobación se demore y siga devorando toda la actualidad.

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