Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

El berrinche de Trump

El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante la noche electoral de las primarias de New Hampshire.
El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante la noche electoral de las primarias de New Hampshire.
Associated Press/LaPresse
El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante la noche electoral de las primarias de New Hampshire.

Hay muchas personas que metabolizan mal el perder, lo mismo en deporte que en política o en los negocios, pero Donald Trump, el expresidente norteamericano que aspira a la reelección, también lleva mal ganar. Estos días pasados venció en las primarias republicanas de New Hampshire —algo que estaba pronosticado sobre todo después de la renuncia de su principal adversario, Ron DeSantis— y consiguió el 54% de los votos, lo cual no está mal. Sin embargo, a él le pareció poco y enseguida empezó a acusar que, una vez más, se había hecho trampa en el recuento de votos.

En realidad, lo primero que le pareció fatal fue que Nikki Haley, la aspirante que continúa en la carrera, mejorase las previsiones y consiguiera el segundo puesto con un 43%. Para estimular el proclive mal humor de Trump, la señora Haley había sido embajadora en las Naciones Unidas durante su Administración y las relaciones jerárquicas no debieron ser muy buenas porque ella algunas veces no cumplió sus instrucciones y acabó acusándole de enfermo mental, una descripción que otros funcionarios comparten. De todas formas, lo que más molestó a un triunfador furioso fue que ella, al conocer los resultados, superiores a los previstos, ya digo, celebró con sus seguidores haber conseguido un honroso segundo puesto.

Haley disfrutó unos minutos de la alegría y enseguida aprovechó para anunciar que no se retiraría de la campaña, sino que seguiría luchando en las primarias que todavía se prolongarán siete meses y que aún esperan en los restantes 48 estados. Según los enviados de los medios para cubrir la información en Concord, la capital de New Hampshire, Trump estalló en un verdadero tantrum, expresión de cólera que The Wall Street Journal, siempre bastante benévolo con el candidato, traduce al español como un berrinche.

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