Helena Resano Periodista
OPINIÓN

Todo puede pasar

El candidato presidencial republicano, el ex presidente Donald Trump, gesticula después de hablar en un sitio de caucus en Horizon Events Center, en Clive, Iowa, el lunes 15 de enero de 2024.
El candidato presidencial republicano, el expresidente Donald Trump, tras hablar en un sitio de 'caucus' en Horizon Events Center, en Clive, Iowa.
Andrew Harnik / LAPRESSE
El candidato presidencial republicano, el ex presidente Donald Trump, gesticula después de hablar en un sitio de caucus en Horizon Events Center, en Clive, Iowa, el lunes 15 de enero de 2024.

Mucho, mucho, mucho se tienen que torcer las cosas para que no veamos de nuevo a Donald Trump disputando la Casa Blanca a Joe Biden. Sí, vamos a tener una reedición de las elecciones de 2020. Quizás la venganza servida en plato frío del candidato republicano. Y, para ello, se está empleando a fondo: dando su mejor versión, sacando del armario los discursos más reaccionarios, apelando a ese electorado al que ya le da igual si miente o si no, si se inventa lo que dice, si hace trampas con sus impuestos, si ataca a todo lo que se pone por delante, si se encara con los jueces...

En los caucus de Iowa Trump ha logrado su primera victoria por delante de las otras dos candidaturas republicanas, un DeSantis más que desinflado y una Haley que ha logrado colocarse como posible segunda candidata en una carrera demasiado desigual. Trump acapara más de la mitad de los votos.

En Iowa la participación era clave. Con temperaturas gélidas, muchos sabían que algunos podían optar por quedarse en casa: nieve en las calles, viento, sensación térmica de -41 grados... Una situación muy extrema para determinados votantes, aquellos con dificultades para moverse, los más ancianos, parte del electorado de Trump, sí. Y sabiendo que en este arranque de campaña es importante dar el primer golpe de efecto, ganar, y así crear una tendencia para las próximas citas, Trump se descolgó con uno de esos discursos que es para analizar, frase a frase.

Pidió a la gente salir a votar: «No pueden quedarse en casa», les decía. Daban igual las condiciones o circunstancias personales de cada uno. «Si está enfermo como un perro», seguía, (está claro que este hombre o no ha tenido perro en su vida o nunca se ha ocupado de él) «dígale a su mujer: ‘querida, tengo que lograrlo’. Incluso si vota y luego fallece, vale la pena». Sí, han leído bien, «incluso si fallece». Lo peor es que la gente le aplaudió después, y se escucha incluso alguna risa por detrás.

Lo dijera o no en modo chascarrillo, broma, frase graciosa de esas que los políticos sacan en los mítines y que no tienen ninguna gracia, lo de Trump es superarse en cada discurso. Está claro que da igual lo que pase, lo importante es ganar. Mintiendo, haciendo trampas, reventando la campaña con movilizaciones o con fake news orquestadas desde oscuros despachos, o incluso poniendo en riesgo al electorado más vulnerable, ese que tiene que salir a votar en mitad de una ola de frío polar con dos metros de nieve en la puerta.

Esto es lo que nos viene en los próximos meses en Estados Unidos. Y estoy convencida de que irá in crescendo el despropósito. Lo preocupante realmente es que se ganan elecciones así, se ganan votantes. Cuanto mayor es la barbaridad que has dicho, más votos suma. Van a ser meses de contener el aliento. Hasta noviembre, todo puede pasar. Todo.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento