Un enjambre de periodistas rodea a Rocío, la propietaria de la administración de lotería que tiene a su espalda. Aquí, hasta este mismo jueves por la tarde estuvo expuesto en la ventanilla el billete de Lotería Nacional número 88008. "Un número feo que rechazaron muchos que ahora se estarán tirando de los pelos", en palabras de la trabajadora de la administración tocaya y fiel escudera de Rocío en esta inusual jornada de entrevistas y fotografías.
Esta administración, ubicada en el corazón del madrileño barrio del Pilar, ha repartido este viernes 200 millones de euros entre los vecinos de la zona, mayoritariamente de clase trabajadora. Aunque ninguno de los premiados ha acudido hasta allí esta mañana para realizar el tradicional brindis con champán, muchos vecinos, viejos conocidos de Rocío, se acercaban de tanto en tanto para felicitar a la lotera. Su marido, el hijo de los fundadores de la administración, falleció repentinamente el pasado mes de septiembre, dejando a Rocío viuda con los cuatro hijos de ambos.
"Mi marido nos ha mandado el Gordo desde el cielo", ha dicho la lotera a los periodistas que se agolpaban en la entrada. Dentro, su empleada rebajaba expectativas de que ningún premiado fuera a aparecer por allí: "Vendrán, pero no hoy, mañana o pasado tranquilamente, todo a su tiempo. Yo sé de muchos que les he vendido el número, porque son conocidos. Estarán celebrándolo, déjales que disfruten".
Los viandantes se acercan con curiosidad ante la muchedumbre que se agolpa en la puerta de la administración. Alguno viene con billetes de lotería en la mano. Diego lleva 25, lo que supone 500 euros en lotería en sus manos. Una decena de ellos los compró en esta administración y no sabe si alguno es el que se ha llevado el Gordo. Le tiemblan las manos mientras va pasando cada billete, solo para llegar a la decepción final. Ninguno es el agraciado.
Miguel lleva toda una vida en el barrio, tras mudarse desde Tetuán hace medio siglo. Recuerda que su piso costó 250.000 pesetas (1.500 euros). "Este es un barrio de gente trabajadora y a estos loteros yo les conozco de toda la vida, con la chica vamos juntos al fútbol", explica Miguel, orgulloso seguidor del Atlético de Madrid. Él también compró lotería en esta administración. Tampoco ninguna ha sido agraciada. "Es que este era un número muy feo".
A su lado Antonio vive también aquí desde tiempos inmemoriales. "Esto en su día era una vaguada con ovejas", dice señalando al gran centro comercial que lleva precisamente ese nombre, La Vaguada, y que se construyó al otro lado de la calle Monforte de Lemos en los años 80. Unos chavales se acercan también al barullo:
- "¿Qué ha pasado aquí?"
- "Ha tocado el Gordo, bro".
- "¿Aquí?"
- "Aquí"
De vuelta a la administración, Rocío está haciendo una pausa entre directo y directo para la televisión. Un viejo amigo entra y la saluda desde la distancia. "¡Qué pelotazo Rocío!”, le dice y ella responde, con su difunto esposo en el pensamiento: “Madre mía, Jorgito, la que ha liado".
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