Lo que no se vio del bautizo de Ana Sandra, la nieta de Ana Obregón: vestidos a juego, un emotivo discurso y un baño en agua caliente

Europa Press
Celebración del bautizo de Ana Sandra, nieta de Ana Obregón.
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Ha sido el bautizo del año, por lo que ha tardado en producirse, y por la cantidad de noticias que ha generado. Ana García Obregón bautizó a su nieta, Ana Sandra Lecquio, el pasado 17 en una iglesia cercana a su domicilio, en la urbanización La Moraleja de Madrid.

La revista Hola ha publicado hoy muchos detalles que no se vieron en la ceremonia, a la que no pudieron entrar los medios de comunicación, y que luego tuvo su particular celebración en la casa de la actriz, bajo una enorme foto de Aless Lecquio, padre de la niña, y con un discurso de agradecimiento a todos los presentes de la emocionada abuela que hizo llorar al más pintado.

Ana ha desvelado aspectos curiosos de ese importante día, como que el faldón que lució la niña, el mismo que llevó su hijo Aless (fallecido hace tres años) lo ha tenido que arreglar porque Ana Sandra, con ocho meses, usa una talla 16 y pesa nueve kilos. "Claro, tiene a quien salir, porque su papá medía 1,95", dice alegre en la publicación.

Ana iba vestida con un elegante traje rosa hecho por su modista favorito, Rubén Hernández. Con la tela que le sobró confeccionaron un pequeño vestido para la niña, con dos camelias, para que fuera a tono con su abuela, en el color que ahora manda en la vida de Ana, el rosa.

De este tono ha decorado la vivienda en la que vive con la niña. Todo, para remarcar la alegría que perdió tras las muertes de su hijo y de sus padres y que le hizo creer que nunca más celebraría la navidad.

"He tirado la casa por la ventana, me he vuelto loca: el seto de la entrada lleno de luces, de bolas, espectacular. Ha vuelto la alegría a esta casa".

Ana Sandra se portó estupendamente durante el sacramento. Según relata su abuela, no lloró ni cuando le echaron el agua sobre la cabeza, eso que estaba muy fría. También atendió a todo con curiosidad y asombro. "No sabes cómo es esta niña, tiene la misma ternura alocada que tenía su papá. Y es tremenda, cada vez que conoce a alguien lo mira de arriba abajo, como si le hiciera una radiografía".

La pequeña, que se llama como su bisabuela, la madre de Alessando Lecquio, como este y como su padre, Aless, gatea por la casa a toda velocidad tratando de coger la decoración navideña y ya balbucea sus primeros sonidos.

La madrina de Ana Sandra se conocía hace tiempo: Celia Vega-Penichet, hija de su hermana Celia y tutora legal cuando Ana no esté. El padrino fue improvisado, ante la imposibilidad de que viniera de EE UU el elegido por Ana, un amigo médico de Aless. "Giacomo, el padrino, y Aless se conocen desde muy pequeños, desde que iban juntos al colegio, con tres años. Era como un hermano para Aless". 

El joven vive en Londres, hace un Máster, está soltero y le ha regalado unos pendientes a la niña, por lo que su abuela deberá hacerle agujeros en las orejas para que los luzca. Con gran pena y dolor por parte de Ana, señala esta entre risas.

En relación al convite, al que asistieron todos su hermanos (Juan Antonio, Amalia, Cela y Javier), sus sobrinos, sus parejas, tres amigos de Aless y dos fundamentales para Ana: Susana Uribarri (con su hija, Carlota) y Raúl Castillo, Ra, Ana también ha facilitado 'sabrosos' datos.

Hubo un catering delicioso de Cristina Oria, roscones de postre y a las 7 de la tarde, Ana mandó a todos los invitados a su casa. "No sabes la juerga que tenían todos", explicó divertida. A continuación, Ana se metió en un baño de agua caliente, la primera vez en 30 años, confesó, y en una bañera a estrenar.

Ana no dará las campanadas este año, algo que hizo el pasado porque la alegría de saber que dos meses después Ana Sandra llegaría a su vida le infundió fuerzas. "Yo con mi Anita, durmiendo a mi lado, sintiéndola respirar. Vaya maravilla. Qué milagro". Ni siquiera, dice, verá la retransmisión porque abuela y nieta estarán dormidas. Tampoco viajará este año. "Yo lo que quiero es paz. Y estas navidades van a ser mágicas y llenas de paz".

Eso, a pesar de que el abuelo de la niña, Alessandro Lecquio, no se presentó en el bautizo, pese a estar invitado. "Me entristece mucho por Aless, lo veo como un desprecio hacia él. Pero en fin, cada persona es como es. Me ha sorprendido mucho su actitud y no lo entiendo. Al principio me dolía, pero ya no".

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