Querida Itzi… ¡Qué suerte la de haber compartido vida contigo! No voy a ir yo ahora de amigo viudo de España porque no era tu mejor amigo, pero éramos amigos. Compañeros que se admiraban y personas de esas que están al lado cuando se las necesita. También en los desamores y los ‘bollodramas’. Te has ido muy pronto pero dejas un legado inmenso. Como tu corazón, tu generosidad y tu talento.
Tu partida llegó como un jarro de agua fría compartida por un conocido con poco cuidado –pero sin un ápice de maldad– a través de un grupo de WhatsApp. Corrí a llamarte. Tu teléfono daba tono. Te escribí. Aparecía el doble check… pero no se ponía azul. ¡Vaya movida, Itzi!
Entonces solo resonaban en mi cabeza las palabras que compartimos en nuestra última cena juntos hace tan solo unos días. Ayer, en el bolsillo de mi cazadora, al meter las manos, ahí estaban las entradas de la peli que fuimos juntos a ver al cine. Yo realmente fui para ver tu corto. Menudo corto… y qué largo recorrido le espera. ¡Que nadie se pierda L@ cita! Un homenaje a tu niña pequeña y una hoja de ruta para navegantes del amor. Insisto… Inmenso legado.
Como inmensa fue tu lucha: contra los haters, las injusticias laborales o los despidos injustificados y a favor siempre de la diversidad, la paz y el amor. Ese que tú tanto profesabas con todo el mundo dándote igual su origen, posición o notoriedad social. Siempre con el corazón por delante.
El otro día estuvimos en Madrid un montón de amigos celebrándote. Riéndote las gracias, disfrutando de tu amistad y de todo el talento que te rodeaba. No faltaba nadie. Ojalá te tuviesen que hacer menos homenajes y te hubiesen dado más trabajo. Ojalá te hubiesen respetado más. Ojalá sepas, estés donde estés, lo mucho, muchísimo, que te queremos y lo tanto que te vamos a recordar. Gracias por todo, Itziar Castro.
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