Así fue la Gran Tormenta que asoló los mares de Europa en diciembre de hace 320 años: "Fue la más terrible que haya visto el mundo"

Grabado del escuadrón inglés de Beaumont frente a Dunkerque, en La Gran Tormenta de 1703.
Grabado que muestra el escuadrón inglés de Beaumont frente a Dunkerque, durante La Gran Tormenta de 1703.
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Grabado del escuadrón inglés de Beaumont frente a Dunkerque, en La Gran Tormenta de 1703.

Fue "la más terrible tormenta que haya visto el mundo". Lo dijo Daniel Defoe, que además de escritor y autor de Robinson Crusoe, era periodista. Se refería con esa contundente frase a lo acontecido en diciembre de 1703. Aquel día se desató la que pudo ser la tormenta más violenta registrada en la historia del norte de Europa, que ha quedado desde nominada entonces como La Gran Tormenta.

Se cumplen 320 años de aquel destructor fenómeno que se extendió del 5 al 9 (24 a 28 de noviembre, según el calendario juliano vigente en esas fechas en Europa). "Ninguna pluma podría describirla, ni la lengua expresarla, ni el pensamiento concebirla, a no ser por alguien que se encuentre en su extremo", escribió Defoe en su libro La tempestad (1704).

Con epicentro en el Canal de la Mancha, la Gran Tormenta abarcó un área de 500 km de anchura, que incluyó Gales, el centro y el sur de Inglaterra, el mar del Norte, los Países Bajos y el norte de Alemania. Sólo en Inglaterra murieron al menos 8.000 personas (no hay cifras del todo exactas).

Fue la más terrible tormenta que haya visto el mundo"

En muchos lugares se produjeron marejadas ciclónicas. Aquel ciclón extratropical hundió muchos barcos de las flotas de guerra neerlandesa y británica, y hubo centenares de ahogados. Los barcos se desviaron cientos de millas de su ruta. Con los datos que se recogieron, análisis posteriores han comparado la tormenta de 1703 con un huracán de categoría 2. Se registraron lecturas barométricas tan bajas como 973 milibares, pero se ha sugerido que pudo profundizar hasta 950 milibares.

En aquel tiempo el periodismo se iba haciendo mayor y éste fue el primer acontecimiento meteorológico que se convirtió en toda Inglaterra. Hubo ediciones especiales en las que se detallaba lo ocurrido. Por todo el país, se vendieron boletines de noticias sobre víctimas y daños, una novedad en aquella época. A muchos les debió parecer el fin del mundo.

Un castigo divino

No el apocalipsis, pero sí un castigo divino. Eso pensó el propio Defoe, un castigo por su pobre actuación contra los ejércitos católicos de Francia y España en la Guerra de Sucesión española. Lo mismo que declaró la Iglesia de Inglaterra, que la tormenta era la venganza divina por los pecados de la nación. Según esa interpretación acientífica, Dios estaba del lado de España (pero Felipe II ya no estaba para verlo y resarcirse así del fiasco de la Armada que mandó a Inglaterra).

En Inglaterra, algunos de los barcos que naufragaron regresaban de ayudar al archiduque Carlos contra los franceses en la guerra española. Entre estos barcos se encontraban el HMS Stirling Castle, el HMS Northumberland, el HMS Mary y el HMS Restoration. Murieron unos 1.500 marineros. La Royal Navy perdió unos 300 barcos de los anclados a lo largo de la costa sur.

Pasado un mes, el gobierno declaró el 19 de enero de 1704 día de ayuno, afirmando que "exige en voz alta la más profunda y solemne humillación de nuestro pueblo". Hasta bien entrado el siglo XIX, la Gran Tormenta siguió siendo un tema frecuente de moralización en los sermones.

La pesadilla de Londres

La capital de Inglaterra y del naciente Reino Unido (oficialmente se creó el 1 de mayo de 1707) sufrió como nunca bajo los efectos de La Gran Tormenta. En el río Támesis se vieron olas enormes, 2 metros más altas de lo que nunca se había registrado en Londres. Esas olas destruyeron más de 5.000 casas a lo largo del río y arrastraron unos 700 barcos hasta amontonarlos en el Estanque de Londres.

Imagen del Big Ben desde el Tamésis en Londres
Imagen del Big Ben desde el Tamésis en Londres
Eva Dang / Unsplash

Hasta la reina Ana temió por su vida. El tejado de plomo de la abadía de Westminster voló por los aires y la reina Ana tuvo que refugiarse en un sótano del palacio de St James para evitar el derrumbe de las chimeneas y parte del tejado. La tormenta derrumbó sólo en Londres unas 2.000 chimeneas. Los pináculos de la capilla del King's College, en Cambridge, también salieron volando.

Entre el 5 y el 9 de diciembre, centenares de buques naufragaron. A modo de ejemplo, la peripecia del HMS Association, que fue arrastrado por el viento desde Harwich (en el condado de Essex) hasta la ciudad sueca de Gotemburgo, antes de poder regresar a Inglaterra.

Ciudades devastadas

Las ciudades de Plymouth, Hull, Cowes o Bristol quedaron devastadas por La Gran Tormenta. O Portsmouth que parecía "como si el enemigo la hubiera saqueado y estaba miserablemente destrozada", describió Daniel Defoe. Las precipitaciones causaron inundaciones extensas y prolongadas en el oeste de Inglaterra. Cientos de personas se ahogaron en las inundaciones de Somerset Levels, junto con miles de ovejas y vacas.

Portsmouth parecía como si el enemigo la hubiera saqueado y estaba miserablemente destrozada"

En esa parte de Inglaterra, un barco fue encontrado 24 kilómetros tierra adentro. Otro, en Cornualles, fue arrancado de sus amarras en el río Helford y recorrió 320 km antes de encallar ocho horas más tarde en la isla de Wight. Unos 400 molinos de viento fueron destruidos por los vientos. Soplaba a tanta velocidad (hasta 130 km/h) que sus engranajes estallaban en llamas.

El obispo de Wells y su esposa murieron cuando dos chimeneas del palacio cayeron sobre ellos mientras dormían. En total, La Gran Tormenta mató sólo en Inglaterra a entre 8.000 y 15.000 personas (hay fuentes que hablan de entre 10.000 y 30.000).

También Países Bajos y Alemania

Toda la Baja Alemania sufrió las consecuencias de aquel huracán de categoria 2, que allí alcanzó su punto álgido el 8 de diciembre. Miles de árboles fueron arrancados del suelo en la región de Oderbruch y las agujas de varias iglesias fueron derribadas.

En Países Bajos, la marejada ciclónica no sólo provocó enormes daños, sino que también superó y rompió diques. Hubo mareas altas en Frisia del Norte. El sur se inundó por la rotura de varios diques. No fue el desastre inglés, pero la flota holandesa resultó también severamente golpeada.

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