¡Cómo me gusta la música! Desde que Operación Triunfo ha vuelto a las pantallas, no paro de ver el canal 24 horas del programa. Ahora mismo, mientras escribo, comparto una clase de inglés maravillosa con los 16 alumnos de la Academia más famosa de la televisión y con unas 20.000 personas más que, aunque seguro que tienen muchas cosas que hacer, se encuentran (como yo) más a gusto que un arbusto escuchando una lección exquisita.

Todos los días en X (antes Twitter) cientos de personas comentan las andanzas de estos alumnos y los medios alaban a Chenoa como presentadora (que acaba de sacar una nueva canción que suena de lujo). Algunas de las canciones de las galas se cuelan entre los éxitos más virales del momento, cientos de jóvenes abrazan con todas sus fuerzas sus recién descubiertos éxitos del pasado (como ya ocurrió con La Bikina o Escondidos) y miles de cotillas pasamos horas pegados al Canal 24h de YouTube siguiendo con interés las rutinas, las charlas o las minibroncas de Noemí Galera para que algunos de los 'triunfitos' bajen los pies a la tierra.

¡Esto es música! Es 100% música y es 24 horas. Es absolutamente mágico poder ser testigo de este Big Bang en el que se preparan y crean estrellas. Es un regalo compartir con ellos la esencia de lo que es OT: una academia de artistas. Doy gracias a los responsables por hacerlo posible y por compartirlo. No debe ser nada fácil llevarlo a cabo y, al margen de que soy consciente de que es un negocio, se nota el mimo que le ponen.

Los veo ensayar, aprendo de sus lecciones, de sus conversaciones sin prejuicios, de su inteligencia emocional, de sus inquietudes y también de sus inseguridades. Empatizo con ellos, me hace amarlos sin conocerlos y conocerlos sin haberlos visto nunca en persona. Esta es la magia de OT y de la música: es amar 24 horas lo que uno hace y a lo que se dedica.