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Cuatro de cada diez familias de personas con discapacidad intelectual no han pensado qué hacer cuando el cuidador principal falte

La asistencia personal es una herramienta clave para garantizar la autonomía.
La asistencia personal es una herramienta clave para garantizar la autonomía.
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La asistencia personal es una herramienta clave para garantizar la autonomía.

El 40% de las familias que atienden a personas con discapacidad intelectual o del desarrollo no han planeado todavía qué hacer cuando se produzca la ausencia del cuidador o cuidadora principal por su propio proceso vital.

Además, la mitad de las familias cuidadoras experimentan a veces fatiga y agotamiento, que en ocasiones les incapacitan para el cuidado.

Así lo puso de manifiesto el ‘Estudio de situación y necesidades de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo en proceso de envejecimiento’, realizado por Plena inclusión Madrid y presentado este miércoles en la capital.

Coordinada por un equipo de investigadores de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid y subvencionada por la Consejería de Familia, Juventud y Servicios Sociales, la investigación advierte de la necesidad de planificar los apoyos a largo plazo para estas personas.

El 70% de familiares cuidadores son mujeres, con una media de edad de 65 años

Revela también que el 70% de familiares cuidadores son mujeres, con una media de edad de 65 años e hijos con discapacidad intelectual a su cargo, mayoritariamente varones.

En un tercio de las respuestas, los informantes familiares son hermanos o hermanas, y un 40% aseguraron tener a su cargo, además, a otra persona.

La labor del cuidado se realizaba “sin ayuda externa en” el 70% de las ocasiones, y un 20% de los cuidadores profesionales entrevistados alertaron de que la no planificación de apoyos puede provocar que cuando las personas con discapacidad intelectual envejezcan no dispongan de recursos para cubrir sus necesidades.

Según el presidente de Plena Inclusión Madrid, Tomás A. Sancho, gracias a este estudio, el movimiento asociativo dispone ahora de una “importante fotografía” de las personas mayores de 45 años con discapacidad intelectual, que será de gran ayuda para nuestro trabajo diario.

El envejecimiento incrementa las necesidades de apoyo previas derivadas de la discapacidad intelectual o del desarrollo

Advirtió de la dificultad de identificar y diferenciar las limitaciones originadas por el envejecimiento respecto de las de la propia discapacidad, y subrayó que conocer dichas demandas es “fundamental para dar respuesta a las necesidades añadidas en este proceso tan importante de la vida”.

En su opinión, “el envejecimiento incrementa las necesidades de apoyo previas derivadas de la discapacidad intelectual o del desarrollo de las personas, y lo hace en mayor medida cuando el deterioro cognitivo es elevado”.

“Los datos que obtenemos de este estudio nos permiten ahora contar con mayor información para abordar el envejecimiento de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo y organizar así los servicios de apoyo que mejoren su calidad de vida y la de su familia”, afirmó.

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