Lucía Casanueva Socia fundadora de PROA Comunicación
OPINIÓN

El oído fino de Juan Mayorga

Juan Mayorga en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares
Juan Mayorga, en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares
Cedida
Juan Mayorga en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares

Juan Mayorga estrena en Madrid La gran cacería: teatro de reflexión, un mar agitado, el Arca de Noé y muchas respuestas a una pregunta esencial: ¿qué nos quita el sueño? A mí: las primeras navidades sin mi madre cerca y este delirante grito social, que es como un acúfeno permanente que pisa el diálogo de la gente real.

Mayorga es, también, la falsilla de Teresa, la película de Paula Ortiz que crepitará en los cines a partir del 24 de noviembre: la conversación más honda posible entre Teresa de Jesús y la Inquisición que hila La lengua en pedazos, esa obra del dramaturgo español contemporáneo que sacude la mediocridad y hace brillar las verdades más profundas de las almas inquietas. ¡Qué ganas de ver a Blanca Portillo encarnando la santa prudencia, el verbo potente y el carácter decidido de una mujer como la de Ávila!

Siguiendo a Mayorga de cerca, vemos que se mantiene la gira de Amistad -tres amigos que se dicen las cosas claras, y se escuchan, y se quieren- y oímos que su texto La paz perpetua será el libreto de una ópera que se estrena en Badajoz el 25 de noviembre. Con música de José Río-Pareja, la obra reflexiona sobre los límites del Estado de derecho en la lucha antiterrorista y el dilema ético que constituye traspasar las líneas rojas por una causa supuestamente justificada. A veces la ópera puede ser un telediario con gancho para la introspección…

Y hay más, porque Mayorga está en el tiovivo de la creatividad máxima con ese talante tan de abrazo, de conectar puentes, de templar las iras sin abandonar la crítica, de sumar con su sabiduría a este contexto social que es cacería y lenguas en pedazos, y también amistades y paces perpetuas. Se ve en el clima cultural de cada cosa que brota del Teatro de la Abadía. Mayorga -filósofo, dramaturgo, matemático- es un icono contemporáneo imitable del éxito de la sana escucha: un don del que carece, generalmente, una buena parte de esta sociedad de emisores tiranos y receptores en las raspas.

Una revolución pacífica

Ese afán de mirar, atender, prestar atención, decir, conversar, aunar, construir, proponer, levantar, actuar, contagiar, estimular, hacer pensar, generar cambios dentro, plantear reformas fuera, volver a ilusionar y encender fuegos de hogar que conlleva la escucha según Mayorga es una revolución pacífica de tal calibre que me quema por dentro el deseo de clonar a este hombre discreto de nuestra cultura para convertirlo en una tendencia mayoritaria. Pero eso sería forzar la libertad, y el camino del progreso de las virtudes arranca, siempre, con una decisión personal por autoconvencimiento.

Cuando se leen y disfrutan las obras del Princesa de Asturias de las Letras de 2022, se entiende que Mayorga escucha porque ama, porque piensa y porque presta atención a todo lo humano noble que brilla en el horizonte. Esa capacidad de concentrar el bien para hablar en esa clave es esencial para una buena comunicación.

No hace falta ser filósofos de título, porque todos llevamos dentro un cuestionador permanente que ama la sabiduría. No hace falta ser matemáticos, aunque todos necesitemos triangular para sumar en la vida misma cuando entramos en relación con los demás. No hace falta ser dramaturgo para convertir los oídos en ojos que escuchan hasta el fondo a todos los que pasan por el escenario de nuestras vidas, a veces, muy cerca, otras, más lejos.

La cultura que humaniza el mundo y conoce a las personas es un buen espejo para el oficio de quienes contamos y comunicamos la realidad. El oído fino de Juan Mayorga es una habilidad inexcusable en un universo donde se grita más de lo que necesitan el corazón del presente y la esperanza del futuro, dos aspiraciones que nos quitan el sueño y, a veces, las ganas de soñar.

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