OPINIÓN

Prêt-à-porter

El expresidente de la Generalitat y líder de Junts, Carles Puigdemont, junto al número 3 del PSOE, Santos Cerdán, el pasado lunes.
El expresidente de la Generalitat y líder de Junts, Carles Puigdemont, junto al número 3 del PSOE, Santos Cerdán.
PSOE EFE
El expresidente de la Generalitat y líder de Junts, Carles Puigdemont, junto al número 3 del PSOE, Santos Cerdán, el pasado lunes.

El “militante de base” de los postconvergentes, Carles Puigdemont, es posible que firme o que no firme el acuerdo con Pedro Sánchez, presidente en funciones del gobierno, para que el primero pueda volver a España y el segundo pueda ser investido por segunda vez presidente del ejecutivo. No hay más. 

La amnistía general, así como otras reivindicaciones de la carpeta llamada social ya la acordaron la semana pasada Oriol Junqueras y Pedro Sánchez con Félix Bolaños, ministro de la Presidencia en funciones, como oficiante del acuerdo.

Lo firmado entre ERC y el PSOE en Barcelona, con luz y taquígrafos, sentó muy mal, pero que muy mal en Waterloo, porque perdían protagonismo y les cambió su hoja de ruta.

Y ahí estamos, entre pataleta y pataleta, con un Sánchez de los nervios y un Puigdemont haciéndole pagar su desfachatez de pactar antes con Junqueras.

La pataleta de Waterloo y toda su corte todavía retumba en Bélgica entera. Junqueras, como Fernando Alonso en Interlagos este domingo, les adelantó en la última curva, y consiguió un acuerdo de los que, sin ninguna duda, se pueden llamar de histórico.

Desde la noche del 23-J, Carles Puigdemont ocupa las portadas de todos los medios las 24 horas del día y cada día de la semana. Su protagonismo es enorme, pero enorme. Así es que, una vez la amnistía ya la ha conseguido Oriol Junqueras, ¿qué interés tiene ahora el de Waterloo en dejar de ser el protagonista si puede continuar siéndolo hasta el último momento, que podría ser hasta el 21 de noviembre?

Repito, lo conseguido por Junqueras es amnistía general de las personas relacionadas con el procés. No hay amnistías nominales.

Si finalmente Puigdemont ordena firmar porque consigue una amnistía prêt-à-porter, lo que más me tiene expectante es cómo venderá Waterloo y sus escribas pasar del “no surrender” a blanquear al estado español, que es de lo que acusaban a los republicanos.

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