Manolo Kabezabolo: "Si no llega a ser por los conciertos, me hubiera podrido en el psiquiátrico"

Manolo Kabezabolo, en el festival In-Edit Barcelona.
Manolo Kabezabolo, en el festival In-Edit Barcelona.
EFE
Manolo Kabezabolo, en el festival In-Edit Barcelona.

Leyenda viva del punk español, icono contracultural, enfermo mental y toxicómano intermitente, Manolo Kabezabolo ha sobrevivido a todo "gracias a los conciertos", tal como narra en el documental Manolo Kabezabolo. Si todavía te kedan dientes es ke no estuviste ahí, que recorre su nada convencional vida.

El film que este sábado se proyecta en el festival In-Edit Barcelona muestra como, contra todo pronóstico, Manuel Méndez, más conocido como Manolo Kabezabolo, ha atravesado el tiempo, el espacio y las modas, sin dejar de ser nunca un auténtico punki.

"Dentro de mi locura, me he sabido salvar. La música me ha ayudado y también la coherencia, porque si no llega a ser por estas dos cosas nadie se hubiera fijado en mí y me hubiera podrido en el psiquiátrico", dice.

El punk es una actitud que sigue viva entre muchos de los jóvenes que ahora hacen trap, rap, hip-hop o hasta reguetón

Cuando habla de coherencia, Kabezabolo se refiere al punk, que para él no es un género musical sino "una actitud que sigue viva entre muchos de los jóvenes que ahora hacen trap, rap, hip-hop o hasta reguetón, porque no todo el reguetón es machista, también lo hay revolucionario".

A Kabezabolo le encanta Ayax, pero él sigue haciendo punk porque es lo que le sale de dentro y lo que ha hecho durante cuarenta años en el escenario, en la calle, con banda, en solitario, ante miles de personas o ante cuatro gatos.

"El punk no puede nacer ni morir porque es una explosión —añade—. Una explosión que algunos vieron peligrosa, y lo era, pero al final se ha visto que teníamos razón".

Adolescencia explosiva

Tal como relata él mismo en el documental, Manuel Méndez nació en Zaragoza en 1966 y su adolescencia fue, como el punk, una explosión.

Estaba todavía en el instituto y no había probado la heroína cuando compuso Viva yo y mi caballo, su primer éxito, un tema muy aplaudido en el underground español de los ochenta y totalmente incomprensible para su conservadora familia.

Méndez tenía que haber sido militar, como su padre, pero duró poco en el cuartel y se decantó "hacia el anarquismo, aunque en ese momento no lo entendía muy bien", reconoce.

Haciendo la mili tuvo su primer ingreso en el psiquiátrico y, a partir de ese momento, fue alternando las drogas ilegales y las que le recetaban los doctores.

La educación que nos da esta sociedad nos impide entender las enfermedades mentales

"La gente sigue pensando que vivo en el psiquiátrico —lamenta—, pero no, eso fue una época. Mi mánager me fue a buscar y consiguió que me dejaran salir cuando tenía conciertos. Hicimos 225 en un año y medio".

Manolo Kabezabolo sigue teniendo recaídas y, aunque la medicación ha evolucionado y los centros psiquiátricos ya no son las cárceles que conoció en su juventud, "lo que sigue intacto es el estigma. La educación que nos da esta sociedad nos impide entender las enfermedades mentales", afirma.

También considera que las drogas están estigmatizadas y eso ha hecho que le hayan acusado en más de una ocasión de apología de las drogas cuando "sencillamente cantaba lo que veía y conocía de primera mano".

Testimonios en el documental

"Rompió con los tabúes y habló de la droga con honestidad", señala en el documental la escritora Cristina Morales, una de las quince personas que el director José Alberto Andrés Lacasta ha entrevistado para la película.

Los cantantes Kutxi Romero (Marea), Evaristo Páramos (La Polla Records), Fernando Madina (Reincidentes) y Albert Pla son algunos de los que acompañan a Kabezabolo en este recorrido.

Un viaje vital con muchas caídas, de las que Manolo Kabezabolo siempre vuelve a levantarse, como le está ocurriendo ahora mismo: "estoy otra vez solo, sin banda —confiesa-, pero estoy recuperando canciones antiguas para celebrar 40 años de carrera".

"Es duro volver a empezar de cero una y otra vez —reconoce—, pero ¿qué vas a hacer?, no queda otra. Si estás en el fango y te tiran una cuerda, hay que cogerla".

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