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Luis Rojas Marcos, el psiquiatra del optimismo voluntario frente a las adversidades

El psiquiatra Luis Rojas Marcos recibirá este martes el primer premio 20minutos
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Europa Press via Getty Images
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A Luis Rojas Marcos (Sevilla, 1943) le tocó vivir el atentado contra las Torres Gemelas del 11S en Nueva York como responsable de los hospitales públicos del ciudad. Se encontraba en la plenitud de una carrera que le había llevado a la ciudad de los rascacielos con solo 24 años, tras licenciarse como doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Bilbao, para seguir cursando Ciencias Médicas por las del Estado de Nueva York. Fue allí donde se especializó en Psiquiatría, la disciplina en la que ha sido reconocido en todo el mundo y por medio de la que ha hecho de su reivindicación del optimismo, la empatía y la esperanza sus banderas más características.

Este psiquiatra se revuelve contra la idea de que ser feliz esté “mal visto”, de la misma manera que rechaza la redención por el sufrimiento. “El dolor en sí no tiene utilidad. El sufrimiento no nos hace mejores. Es la lucha por superar ese sufrimiento lo que nos descubre aspectos positivos de nosotros y nuestra capacidad para superar la adversidades”, ha afirmado en alguna entrevista, en su habitual presencia en prensa a lo largo de los años. En su lugar, apuesta por el optimismo como el mayor motor de la creatividad humana y el medio para superar las adversidades. Pero no como si fuera una pócima mágica que actúa sola, requiere también de voluntad. “No esperar que las cosas mejoren solas”, dice.

Rojas Marcos fue un niño inquieto y curioso, pero también distraído y con problemas para sacar adelante la enseñanza primaria. Su rendimiento escolar mejoró más adelante, cuando aprendió a tocar el piano, la guitarra y la batería, instrumentos ideales para un niño hiperactivo como fue él. Aquella primera época entronca, muchos años después, con uno de sus primeros proyectos en Nueva York, cuando en los años 70 fue becado por el Instituto de Salud Mental de Estados Unidos para investigar los efectos del lenguaje en los inmigrantes enfermos mentales, para concluir que esta barrera llevaba aparejados diagnósticos inexactos y tratamientos erróneos. Fue el inicio de una próspera carrera en Estados Unidos, que le llevó a ser director de los Servicios Psiquiátricos de los 11 hospitales generales de Nueva York y Comisionado de Salud Mental de la ciudad, desde donde logró que se aprobara una ley para ofrecer asistencia comunitaria, especialmente a inmigrantes y a personas sin conciencia de tener una enfermedad mental. En 1995 se convirtió en presidente de los hospitales públicos de Nueva York y en miembro del Consejo de Emergencias de la ciudad. Desde allí vivió los atentados del 11S, tras los que pudo comprobar en sus propias carnes la importancia del lenguaje para empezar la cura. Según ha recordado, el inmenso trabajo de aquellos días hizo que no reparara en que él también experimentaba un trauma por lo sucedido, hasta que una señora le preguntó algo tan sencillo como “¿usted, doctor, qué tal está?”.

Libros y divulgación

Plasmó aquella experiencia en Más allá del 11 de Septiembre, uno de sus 19 libros en los que indaga en la felicidad, la autoestima, la nostalgia y por supuesto el optimismo y donde, como en sus artículos, difunde el pensamiento positivo para desarrollar la capacidad de ser felices. El último es Estar bien aquí y ahora, publicado en 2022, a la salida de la pandemia, que puso del revés también las mentes de buena parte de la población mundial. Reflexiona sobre cómo gestionar las emociones que nos producen miedo o angustia. En su caso, la curiosidad es “un elemento motivador del día a día”. Además de la comunicación con los demás defiende algo que hasta hace no tanto era considerado “de locos”, hablar con uno mismo y hacerlo con delicadeza. “Cuando te hables a ti mismo, háblate con comprensión, con cariño”, recomienda.

En España, atesora también numerosos reconocimientos. Es doctor Honoris Causa por las universidades Ramón Llull, del País Vasco y de Burgos, patrono de honor de la Fundación ADANA, sobre el déficit de atención de niños, adolescentes y adultos, en 2003 se le concedió la Medalla de Andalucía, en 2010, la Medalla de Honor de la Emigración del Ministerio de Trabajo y en 2010, la Medalla de la Orden de las Artes y las Letras de España. Este mismo año fue acreditado Embajador Honorario de la Marca España.

A sus 80 años, Rojas Marcos es padre de cuatro hijos, abuelo de tres nietos y sigue residiendo en Nueva York, en cuya Universidad imparte clases. Además de reconocimientos por su carrera, acumula 26 ediciones del famoso maratón de la ciudad. No descuida tampoco las redes sociales, donde reflexiona desde los beneficios de hablarle a las plantas hasta cómo procesar los éxitos y los fracasos. Desde el 11 de septiembre de este año, 20 años después de los atentados de Nueva York que él vivió en primera línea y que pusieron a prueba la salud mental de tantos, mantiene allí bien visible su recuerdo a los últimos mensajes de quienes optaron por saltar por la ventana para no perecer bajo las ruinas de los rascacielos y decidieron despedirse con mensajes positivos. “Te quiero”, “cuídate mucho”, “sé feliz”, “un beso”.

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