Me trae sin cuidado si el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, es republicano, monárquico o monárquico funcional. La audiencia del Rey con el edil barcelonés en el Palacete de Albéniz debe ser interpretada como una recuperación de la normalidad institucional. Una gran metrópoli como Barcelona no podía seguir ignorando la evidencia de que Felipe VI encarna la jefatura del estado español. 

Atrás quedan diecisiete años de desaires, excusas de mal pagador y ninguneo mutuo. Atrás queda el discurso facilón de los practicantes del postureo estético e ideológico. Recuperar las relaciones institucionales, a todos los niveles, no implica sometimiento ni renunciar a los principios; significa respeto mutuo, reconocimiento del papel del otro y afirmación del propio. El expresident Jordi Pujol fue un crack en estas lides, sus sucesores no lo son tanto. 

El ayuntamiento de la capital de Cataluña por fin ha roto su ensimismamiento, ahora le toca el turno a Pere Aragonès y al Govern de la Generalitat. Los altos cargos de nuestras instituciones han de asumir que no solo son portavoces de los electores que les han votado; sino que lo son, también, de toda la ciudadanía en general. 

Me consta que el alcalde Jaume Collboni es republicano por convicciones personales; pero también que comparte las tesis de Alfredo Pérez Rubalcaba que, preguntado por el modelo de estado, afirmaba que la apuesta por la monarquía parlamentaria contenida en la Constitución Española seguía siendo vigente y útil.