Hay quien trabaja para vivir y quien vive para su trabajo, María Teresa Campos era de esas. Nunca quiso jubilarse, solo los problemas de salud que se agudizaron en los últimos años consiguieron apartarla de los platós de televisión, donde durante décadas dejó su impronta.
"Yo necesito trabajar porque el trabajo es mi vida", confesaba en una de sus últimas entrevistas. Es lo que siempre hizo desde que, siendo una joven quinceañera en su Málaga natal, se puso frente a un micrófono y descubrió la radio, y los oyentes la descubrieron a ella. Fue el inicio de una larga y brillante carrera que, ya en la madurez y cumplidos los cuarenta, la llevó a la televisión, donde experimentó nuevos formatos con los que alcanzó éxitos y audiencias millonarias.
Ella se convirtió también en un personaje público, la Campos, y por extensión también sus hijas Carmen y Terelu, que compartieron vida y trabajo en los programas de María Teresa.
Su enorme popularidad se reflejó en las múltiples portadas y reportajes de las revistas del corazón que a lo largo de los años siguieron siempre con interés los avatares de su vida personal y familiar. Así ha sido también en el momento de su despedida, donde muchos rostros famosos, personajes de la vida social y del mundo de la comunicación arroparon a sus familiares y amigos.
Fue un personaje cercano para una generación que la vio asomarse cada día a la pantalla. En su larga trayectoria profesional que marcó toda una etapa en la historia de la TV recibió muchos premios y reconocimientos, pero lo que verdaderamente la hacía feliz era ponerse frente a la cámara y contar cómo pasaba la vida. Título que eligió para uno de sus programas de mas éxito.
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