Un fatídico 31 de agosto de 1997, la princesa de Gales fallecía de forma inesperada en un accidente de tráfico en el túnel del Alma en París, tras ser perseguida por unos paparazzi. Dejó huérfanos a dos hijos, Guillermo, de 15 años y Harry de solo 12. Ahora, 26 años después, el príncipe Harry comparte las secuelas emocionales de aquel momento en un documental producido por Netflix, Heart of Invictus, de cinco episodios.

En uno de los capítulos habla sobre su salud mental y revela cómo marcó su vida el hecho de perder a su madre a una edad temprana, aunque nunca fue consciente del verdadero trauma que supuso hasta años después.

"Nunca fui consciente del trauma que supuso perder a mi madre a una edad tan temprana. Nunca se habló de ello y en realidad yo no hablaba de ello". Confiesa que reprimió sus emociones, como muchos jóvenes, y que cuando finalmente las enfrentó se sintió abrumado y desamparado.

En este sentido, el príncipe reprocha a la Familia Real británica que no le ofreciera el apoyo que necesitaba en ese momento, y lamenta no haber tenido una red de apoyo emocional que le ayudara a superarlo.

“Cuando todo salió a la luz, me puse a darme contra las paredes", explicó, "ahora lo sentía todo en lugar de estar insensible". Ahora se lamenta de  no haber acudido a terapia antes: "Desgraciadamente, como la mayoría de nosotros, la primera vez que te planteas la terapia es cuando estás tirado en el suelo en posición fetal, probablemente deseando haberte enfrentado a algo de esto antes".

También habló de las secuelas que sufrió después de participar en la guerra de Afganistán.