El paso del tiempo no ha conseguido borrar de la memoria colectiva de los españoles la película ’Asignatura pendiente’. Dirigida por José Luis Garcí, e interpretada magistralmente por José Sacristán, Fiorella Faltoyano y Silvia Tortosa, batió récords de taquilla y llevo a las salas de cine a miles de espectadores. 

En el universo estudiantil se habla hasta la saciedad de las asignaturas pendientes y los exámenes de septiembre. Nuestros gobernantes, para no ser menos -no importa el ámbito institucional- acumulan centenares de compromisos que podríamos catalogar también como asignaturas pendientes. 

Los ayuntamientos, por ejemplo, deberán estrujarse el cerebro para blindar al peatón que se siente inseguro al pisar la calle. El ciudadano que se desplaza a pie por la ciudad ha de sortear peligros y situaciones estresantes. 

Entre las personas más vulnerables crece el temor de verse arrollado por el empuje de un patinete desbocado. La pacificación, la recuperación de determinados espacios públicos, ha conseguido reducir la contaminación atmosférica y acústica; magnífico, pero en cambio, ha dejado al viandante indefenso ante la proliferación de los artefactos tripulados que se cruzan en su camino. 

Bicicletas de todo tipo, patinetes tuneados y otros artilugios se mueven a velocidades inapropiadas por las aceras de la ciudad. Lo hacen sin respetar la norma ni los espacios de uso exclusivo para caminantes. Nuestros ediles tienen una asignatura pendiente: proteger y blindar al peatón.