OPINIÓN

Feliz martes y 13

Una persona dentro de un cesto
Una persona dentro de un cesto
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Una persona dentro de un cesto

Hoy puede ser un gran día, martes y 13. ¿Qué puede salir mal? Nada, salvo que sufras de triscaidecafobia, miedo al número 13, una manía seguramente menos frecuente que la de odiar los martes, esos días donde la semana parece que no termina de arrancar. Resulta increíble que en pleno siglo XXI, en una época de extraordinarios avances científicos y tecnológicos, todavía las compañías aéreas eliminen el número 13 de sus filas de asientos y pasen de puntillas del 12 al 14. 

Mira si vendrá de lejos esta superstición que su mal fario se supone que procede porque fue un martes y 13 cuando se produjo la confusión de lenguas en la Torre de Babel, esa que acabó con el sueño de la Humanidad de hablar todos el mismo idioma y, algo aún más difícil, ponernos de acuerdo para desarrollar un proyecto común.

Añádase a ello que los romanos dedicaron el martes a Marte, el dios de la guerra, y que Jesús con sus 12 apóstoles eran 13 y la cosa salió mal, y tendremos la excusa perfecta para no pasar hoy por debajo de una escalera

Miro por la ventana hacia donde un mirlo canta en lo alto de una rama. Su melodía resuena alegre. Para los pájaros todos los días son iguales y al mismo tiempo diferentes: nacer, crecer, volar, reproducirse, comer y evitar que otros se los coman. Somos nosotros los humanos los únicos animales que a los ya de por sí complicados afanes de la vida diaria le añadimos la trascendencia de nuestra extraña mente simbólica. 

Pensando en el futuro olvidamos el presente. Al revés que ese alegre mirlo cantor que solo interrumpe su canción para zamparse una lombriz y volver a su canción. Pero no te preocupes. Como recuerda el refrán, «Cada martes tiene su domingo». Y ya falta menos para celebrarlo.

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