Cuéntame cómo pasó ya rueda la que será su última temporada, pero hace siete años la serie estuvo a punto de acabar en TVE sin tiempo para decir adiós. La renovación iba quedando en el aire y la cadena pública casi cancela de golpe la que es su ficción más longeva y emblemática.
Hubiera sido una buena metáfora, injusta, aunque buena metáfora, pues la propia vida suele acabarse sin demasiada posibilidad de despedidas. Y aquel episodio, al final, hablaba de la imposibilidad de saber cuándo estás haciendo algo por última vez en un hermoso ejercicio de sensibilidad. Tal vez como premonición de lo que pudiera pasar.
Los Alcántara habían acudido a ver a su hija al teatro. En el escenario, cuando la sala estaba completamente vacía, Antonio, Merche, hijos, abuela y nieto se pusieron a jugar a recibir la ovación de un público inexistente. Incluso Hermina saludó sintiéndose dama del teatro. Lo que siempre ha sido, vamos. Entre tanto, la voz en off de Carlitos iba entonando una reflexión de Charles Chaplin: "La vida es una obra de teatro que no permite ensayos... Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida, antes de que el telón baje y la obra termine sin aplausos".
El silencio del apoteosis. El aplauso sin palmas. El adiós sin despedida. Y la familia de Cuéntame, que es un poco la familia de todos, imaginándose su festiva reverencia de agradecimiento hacia una audiencia invisible, mientras los rótulos de los títulos de crédito finiquitaban el capítulo que pudo ser último.
No lo fue. Pero, entonces, Cuéntame volvió a recordar que la emoción que más trasciende es la que enciende la reflexión cómplice. Antes de que el telón baje y la obra termine sin premio final, sin reconocimiento, sin aplausos.
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