OPINIÓN

La corona que se hizo esperar

El rey Carlos III de Inglaterra.
El rey Carlos III de Inglaterra.
NEIL HALL / EFE
El rey Carlos III de Inglaterra.

Desde el mismo día de su nacimiento (14 de noviembre de 1948) en el Palacio de Buckingham, Carlos estaba llamado a convertirse en rey del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. El largo reinado de su madre, Isabel II, retrasó este momento, que llega cuando el heredero ha cumplido ya los 74 años, lo que le convierte en el soberano de mayor edad en acceder al trono de su país. 

Aunque su reinado comenzó hace ocho meses, en el momento que murió su madre, es ahora cuando cumpliendo una arraigada tradición milenaria será consagrado y recibirá la Corona de manos del arzobispo de Canterbury en la Abadía de Westminster. Ante la atenta mirada de dos mil invitados en el interior de la Abadía y la curiosidad de millones de espectadores de todo el mundo que seguirán la retransmisión por televisión, Carlos III protagonizará una ceremonia cargada de un fuerte simbolismo que se ha perpetuado sin apenas alteraciones desde hace cientos de años. 

Pero no es el ceremonial, sino los asuntos de familia, los que han traído de cabeza los preparativos del gran día. Las fuertes desavenencias con su hijo Enrique, que no han dejado de crecer desde su matrimonio con Meghan Markle, han deteriorado tanto sus relaciones con la Familia Real que solo en el último momento ha podido confirmarse su asistencia sin la compañía de su mujer. 

Finalmente, parece que se le colocará en una discreta décima fila, lejos de los lugares de honor destinados a su hermano el príncipe de Gales, su esposa Kate y sus hijos, los herederos directos en la línea de sucesión. El enfrentamiento entre los hermanos no parece que tenga fácil arreglo. La súplica de Carlos («por favor, chicos, no convirtáis en un suplicio mis últimos años») no parece que tenga efecto.

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