Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

Apagón nuclear, disparo en el pie

Central nuclear en funcionamiento | Foto: Servimedia
Una central nuclear en funcionamiento
Servimedia
Central nuclear en funcionamiento | Foto: Servimedia

El cierre de las nucleares en Alemania es un hecho que pasará a los anales de la historia como una decisión profundamente equivocada en un momento en que la prioridad para la humanidad es la reducción de las emisiones que calientan la temperatura del planeta. Es profundamente estúpido, pues no tiene otro nombre, prescindir de esa energía, que es limpia y eficiente, mientras se sigue importando gas –antes de Rusia, ahora de EEUU o de otras partes del mundo– y, peor aún, quemando enormes cantidades de carbón. La primera economía de Europa depende de ese sucio mineral como consecuencia de un falso ecologismo mezclado con promesas populistas. 

Aunque las renovables han experimentado allí un crecimiento espectacular, es materialmente imposible que Alemania pueda prescindir a medio plazo del gas y el carbón, con lo que el cierre nuclear es un disparo en el pie. Es más, si la conservadora Angela Merkel, con el fin de ganarse el apoyo de Los Verdes, no se hubiera lanzado en 2011 a desmantelar las centrales nucleares, cambiándolas por el gas ruso, hoy Alemania estaría mucho más cerca de descarbonizar su economía y no hubiera tensionado las costuras energéticas europeas tras la invasión rusa de Ucrania.

Lo que va a acabar sucediendo es que, aprovechándose de su posición geográfica en el centro de la UE, Alemania va a acabar comprando energía a otros países como Francia que no han cogido ese absurdo camino y que están construyendo más nucleares, empezando por Polonia. Otro caso interesante es Finlandia, donde se acaba de poner en marcha el reactor más grande de Europa, con el aplauso de los ecologistas, que están en el gobierno y priorizan la lucha contra el cambio climático y la autonomía energética frente a Rusia. Mientras tanto, en España, en lugar de aprender de los errores alemanes, el Gobierno sigue empecinado en seguir adelante con el cierre de los siete reactores que proporcionan el 20% de la energía que consumimos. No es algo que vaya a suceder mañana, pero sí un camino que pronto no tendrá marcha atrás porque el calendario empieza en 2027.

Seguir o no con el cierre nuclear será la primera decisión del nuevo gobierno que surja tras las elecciones generales de finales de este año. Estar a favor de las nucleares no es de derechas, como tampoco es de izquierdas apostar por las renovables. En realidad, lo sensato es un modelo que, apostando por estas últimas de forma prioritaria, como fuente de energía principal, se apoye en la nuclear y abandone lo antes posible el carbón y el gas. En Alemania, aunque la opinión pública finalmente estaba en contra del apagón nuclear, las inercias políticas se han impuesto. En España todavía estamos a tiempo de evitarnos un tiro en el pie.

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