El rey Carlos III de Inglaterra cumplió finalmente los deseos de sus difuntos padres, la reina Isabel II y el príncipe Felipe, quienes deseaban que el título que ostentó tantos años este último, el de duque de Edimburgo, pasase a manos de su hijo menor, el príncipe Eduardo. Así se saltaban además al príncipe Andrés, duque de York, relegado al ostracismo dentro de la familia real británica, por sus conexiones con la trata de mujeres y abuso de menores de Jeffrey Epstein.

Además, desde el Palacio de Buckingham anunciaron que la decisión el mismo día del cumpleaños de Eduardo, por lo que su nuevo título podía ser considerado un regalo por las 59 velas que soplaba ese día. Y, como un buen agüero, que la noticia le pillase justamente en Edimburgo junto a su esposa Sofía.

Allí han hecho el debut como flamantes duques de Edimburgo. El matrimonio ha saludado a la multitud en la Royal Mile y ha visitado las Cámaras de la Ciudad, donde se ha hecho un homenaje a la ayuda que se está prestando a Ucrania y hasta un coro de refugiados ucranianos le ha cantado el Happy Birthday. Tras todo ello, el príncipe Eduardo ha hablado.

El motivo por el que Eduardo de Inglaterra no da la mano a la gente

Tanto cuando se presentó a sí mismo como a Sofía se le emocionó la voz, ya que para ellos suponía un momento crucial de sus vidas. "Muchas gracias por esta bienvenida hoy a Edimburgo; es un día muy especial y un poco abrumador tanto para mí como para mi esposa, ahora duquesa", ha dicho antes de no contener la emoción, algo que los presentes han entendido con aplaudiendo.

Para Sofía también es un título increíblemente emotivo, dado que la última duquesa de Edimburgo fue precisamente Isabel II, quien lo ostentó desde su boda en 1947 hasta que ascendió al trono en 1947. Asimismo, ahora obtiene una nueva posición dentro del organigrama familiar.

Eso sí, es un título que no heredará ni su hijo James, de 15 años, quien ahora asume el título de conde de Wessex además del que ya tenía,  vizconde de Severn, ni la hija de la pareja, Lady Louise Windsor, cuatro años menor que su hermano y que no ha experimentado cambio alguno en el tratamiento que recibirá.

Si el príncipe Eduardo falleciese, James se convertiría en conde de Wessex y Forfar, pero no en duque de Edimburgo: este título volvería a desaparecer como ya ha hecho otras veces a lo largo de la historia, puesto que no se transmite automáticamente.