David, el turista español que sobrevivió hace un año al asedio de Hostomel: "Me apuntó un soldado ruso drogado y pensé que moría"

  • El estallido de la guerra le pilló en este pueblo cercano al aeropuerto de Kiev, uno de los primeros lugares atacados.
  • "El coche me dejó tirado en el peor momento en el peor lugar del mundo", recuerda.
  • DIRECTO: Última hora de la guerra en Ucrania.
David López, segundo por la izquierda, junto a un militar ucraniano y la familia que lo acogió durante la ocupación rusa.
David López, segundo por la izquierda, junto a un militar ucraniano y la familia que lo acogió durante la ocupación rusa.
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David López, segundo por la izquierda, junto a un militar ucraniano y la familia que lo acogió durante la ocupación rusa.
Así vivió el inicio de la guerra David López, un turista español que se encontraba en Ucrania

David López vivió hace justo un año en primera persona toda la crudeza de la guerra de Ucrania. El inicio de la invasión rusa le pilló en Kiev y cuando trató de escapar del país en su viejo Seat Arosa, el coche se estropeó y le dejó tirado en Hostomel, en plena línea de frente, donde tropas aerotransportadas rusas libraban intensos combates con las fuerzas ucranianas por el control del aeropuerto Antonov.

"Era el peor momento y el peor lugar del mundo para que el coche te dejara tirado", recuerda este catalán de 48 años, que había cruzado Europa por carretera para llegar a Ucrania, un país que le apasiona y en el que llevaba más de un mes haciendo turismo cuando estalló la guerra. 

"La gente hacía vida absolutamente normal en Kiev hasta el día antes de la invasión. Yo mismo salí a cenar con unos amigos la noche anterior y estuvimos de fiesta, cogimos taxis, todo estaba abierto... Recuerdo que me acosté tarde y al día siguiente me despertaron las sirenas antiaéreas de la ciudad. Empecé a recibir wasaps de conocidos diciéndome que nos estaban invadiendo y al mirar por la ventana vi que efectivamente ya se había liado porque las calles eran un caos de coches", afirma.

Recuerdo que me acosté tarde y al día siguiente me despertaron las sirenas antiaéreas de Kiev"

"Cuando me di cuenta de que la guerra había empezado, cogí el coche y salí pitando hacia Leópolis para después intentar cruzar la frontera con Polonia, pero salir de Kiev fue una odisea. Las gasolineras estaban colapsadas, los semáforos no funcionaban... parecía la típica película americana en la que todos intentan huir de Los Ángeles", dice, subrayando que sus problemas no habían hecho más que empezar.

"Cuando conseguí salir de Kiev se me rompió la transmisión del coche y se quedó parado en medio de la carretera a las afueras de la ciudad, cerca del aeropuerto Antonov. Ya era de noche, hacía un frío terrible porque estábamos a 5 grados bajo cero y veía pasar los misiles y los helicópteros por encima de mi cabeza. Pensé, 'hostia, David, ahora sí que la has cagado'", relata a este periódico desde la tranquilidad de su hogar en Granollers.

Ya era de noche, hacía un frío terrible y veía pasar los misiles y los helicópteros por encima de mi cabeza"

Tras sufrir aquella inoportuna avería, lo primero que se le ocurrió fue acercarse a una gasolinera y llamar a su compañía aseguradora: "Cuando le dije que estaba en una gasolinera de Ucrania, el del seguro me dijo que me encontraba en un país en guerra. Yo le dije que había un poco de lío, pero que tampoco era para tanto, pero él insistió en que oficialmente Ucrania era un país en guerra y en que el seguro no cubría nada en esos casos. Al final me colgó".

Su segunda opción fue llamar a un amigo ucraniano, que le recomendó buscar a alguien para que le diera cobijo. "Hablé con el dueño de la gasolinera, pero yo solo hablo un poco de ruso y era difícil comunicarnos, así que le pasé el teléfono para que hablara con mi amigo, que le explicó mi situación. Él la entendió y me ofreció quedarme en su casa".

40 días bajo el estruendo de las bombas

Después de recoger algunas pertenencias del coche, como la documentación y algo de ropa, David se fue con el dueño de la gasolinera a su casa de Hostomel, la localidad más cercana al aeropuerto Antonov y epicentro de la guerra en aquellos primeros días de la invasión. 

"Escuchabas todo el día las explosiones de las bombas, algunas muy muy cerca, y las paredes retumbaban, todo vibraba", recuerda David, que acabaría viviendo 40 días en aquella casa hasta que pudo salir de Ucrania gracias a la ayuda de la ONG española 'Help to Ukraine'.

Los combates en el cercano aeropuerto Antonov no tardaron en trasladarse a la pequeña ciudad de Hostomel, de unos 15.000 habitantes, aunque prácticamente vacía porque la mayoría de sus residentes ya habían huido: "Cayeron un montón de bombas en el pueblo y no nos dio una de milagro porque la casa de al lado quedó totalmente destruida. Vivíamos en un sótano para protegernos de las explosiones, tapados con mantas porque hacía mucho frío. No tardamos en quedarnos sin luz, sin agua y sin internet. Solo teníamos electricidad unas horas al día gracias a un generador diésel".

Después de una semana de intensa batalla, el ejército ruso consiguió tomar la localidad de Hostomel y David se encontró viviendo bajo la ocupación rusa: "Los primeros días fueron jodidos porque los soldados rusos estaban muy alterados. Iban casa por casa identificando a la gente, comprobaron todo el pueblo".

"Se pusieron nerviosos al ver a un español"

Fueron aquellos primeros días de la ocupación rusa cuando David más temió por su vida: "Cuando los rusos entraron en nuestra casa se pusieron muy nerviosos al ver que había un español en ese pueblo perdido. Un soldado, que se veía que iba drogado o que se había tomado algo, me apuntó con la mira telescópica de su fusil y pensé que ese zumbado me iba a matar ahí mismo si hacía cualquier movimiento en falso".

"Me hicieron muchas preguntas y también a la familia de la casa que me había acogido, pero al final vieron que yo no era periodista ni espía ni nada parecido y se calmaron un poco. La dueña les tuvo que enseñar hasta la escritura de la casa", recuerda.

Poco a poco, sin embargo, las cosas se fueron relajando y David se acostumbró a convivir con la guerra: "Tuvimos suerte porque los soldados rusos iban un poco a su bola y no se metían con nosotros. Al cabo de unos días, los propios militares abrieron los puestos del mercado de la ciudad y dejaron que la gente los saqueara. Nos decían que cogiéramos lo que quisiéramos. Veías a gente llevándose vestidos, licores, caramelos... También de vez en cuando los soldados repartían comida, agua o medicinas entre los vecinos".

David, junto a dos soldados ucranianos tras la liberación de Hostomel.
David, junto a dos soldados ucranianos tras la liberación de Hostomel.
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David asegura que no pasó hambre porque la familia "tenía un huerto en un terreno amplio alrededor de la casa" y también muchas conservas: "Comíamos verduras que cultivaban, mucho borsch (sopa típica de la cocina rusa y ucraniana), pepinillos encurtidos y alguna vez pollo y huevos". 

"Por las noches, cuando estábamos en el sótano, comía quesitos de 'La vaca que ríe', que cogía de los puestos del mercado que abrían los rusos. Me llenaba los bolsillos", añade. 

Llegó a enterrar cadáveres en el jardín

Durante la ocupación rusa, una de sus mayores preocupaciones era sufrir algún problema grave de salud: "Muchas veces pensaba que si me daba un ataque de apendicitis o me tenían que operar de algo urgente, moriría seguro porque no se podía salir del pueblo, era imposible. De hecho, algunos vecinos mayores murieron por algún problema de salud y yo mismo ayudé a enterrarlos en el jardín".

No obstante, asegura que no tiene constancia de que las tropas rusas cometieran crímenes de guerra en Hostomel, como sí ocurrió en las vecinas Bucha e Irpin, aunque tampoco lo descarta: "Si los hubo, no nos enteramos. Lo que sí vi es muchas casas totalmente destrozadas, entrabas a cualquier garaje y lo veías todo arrasado. La gente del pueblo lo perdió todo".

El teléfono móvil sí funcionaba

También explica que de vez en cuando mantenía contacto con su familia en España por teléfono: "Los rusos le quitaron los móviles a todo el mundo, pero yo tenía dos y, por suerte, uno no se lo llevaron. Me sorprendía que funcionara el teléfono cuando no teníamos electricidad ni internet, pero así era y pude hablar alguna vez con mi familia. Tampoco mucho porque nos decían que los drones rusos podían detectar las llamadas y lanzarte una granada, no sé si sería verdad, pero por si acaso tampoco lo usaba demasiado".

Durante la ocupación rusa era imposible entrar o salir del pueblo porque todos los accesos estaban cerrados y "solo abrieron un corredor humanitario para mujeres y niños", recuerda David: "Tampoco intenté que me dejaran entrar en ese corredor porque desde la ONG me dijeron que me quedara donde estaba porque ellos estaban haciendo gestiones para intentar sacarme de allí".

David pudo finalmente salir de Ucrania el 4 de abril, 40 días después del inicio de la invasión, y una vez las tropas rusas se retiraron de Hostomel tras fracasar la toma rápida de Kiev planeada por el Kremlin.

El Seat Arosa de David, destrozado, en una carretera cercana a Hostomel.
El Seat Arosa de David, destrozado, en una carretera cercana a Hostomel.
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"Cuando me sacaron del pueblo, me llevaron a Kiev y pasé una noche en el hotel Opera. Al día siguiente cogí un tren hasta la frontera de Polonia", recuerda, aunque subraya que antes de marcharse de Hostomel fue a visitar a su viejo Seat: "Lo primero que hice cuando llegaron los soldados ucranianos fue ir a ver cómo estaba mi coche y vi que estaba totalmente destrozado, sin ruedas, sin ventanillas... sé que todavía sigue aparcado en el mismo sitio porque me lo ha dicho el dueño de la gasolinera, con el que mantengo contacto", afirma.

De hecho, David piensa volver pronto a Ucrania para visitar a la familia que le acogió durante los días más duros de la guerra: "Hablo con ellos y me dicen que poco a poco están arreglando el pueblo, que ya tienen electricidad, internet y agua corriente. Antes de que termine el año pienso volver para visitarlos, igual en septiembre si las cosas están calmadas".

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