Entrevista

Roubini, el economista que predijo la crisis de 2008: "Los jóvenes de hoy no van a recibir el 100% de la pensión cuando se jubilen"

  • Apodado 'doctor catástrofe', presenta su último libro, 'Megamenazas', en el que analiza las crisis que están por venir. 
  • "La inteligencia artificial va a conducir a un desempleo tecnológico estructural permanente", señala.
El economista turco, Nouriel Roubini.
El economista turco Nouriel Roubini.
CEDIDA
El economista turco, Nouriel Roubini.

En 2006, mientras los mercados vivían despreocupados en un desenfreno en el que nadie quería apagar la música, un economista turco recorría las principales instituciones de la ortodoxia económica mundial advirtiendo de una catástrofe inminente. Era Nouriel Roubini (Estambul, 1958) y acertó de plano. Dos años después, la gran recesión sacudía al mundo. Roubini se ganó entonces el apodo de 'doctor catástrofe'. Una etiqueta que rechaza, pero que encaja con los capítulos de su último libro -Megamenazas (Deusto)- en el que advierte de que se viene una crisis todavía mayor a la de 2008. La madre de todas las crisis de deuda, La bomba de relojería demográfica, La gran estanflación que se avecina, La amenaza de la inteligencia artificial, Un planeta inhabitable... son algunas de estas mega-amenazas para las que Roubini pide prepararse. Las desgrana al otro lado de su portátil en conversación con 20minutos desde su despacho en Nueva York.

Le apodan 'doctor catástrofe' por sus pesimistas predicciones sobre el futuro. ¿Cómo se siente con esa etiqueta?
Yo suelo decir que no soy el doctor catástrofe, soy el doctor realista. Las amenazas de las que hablo en mis libros son reales. No estoy hablando de extraterrestres que vienen a apoderarse de la tierra ni de asteroides. Uso el término mega-amenazas, igual que existe el término policrisis que es una de las palabras del año para el Financial Times. Lo llamemos mega-amenazas, crisis, confluencia de calamidades o la década más peligrosa creo que hay algo común: la percepción de que el tipo de cosas de las que estoy hablando son muy reales y están interconectadas entre sí. No creo que nadie discuta que se trata de amenazas reales.

Usted es conocido por haber anticipado la gran recesión de 2008 antes de que ocurriera. ¿En qué se diferencia aquella crisis de la que vivimos ahora?
En mi opinión, las amenazas que potencialmente afrontaremos durante la próxima década son graves por varias razones. Tenemos lo peor de los años setenta, pero las ratios de deuda son mucho más altas de lo que eran hace 15 años cuando estalló la crisis financiera. Se junta lo peor de los años setenta con lo peor del período posterior a la crisis financiera mundial, y un riesgo geopolítico como el de los años treinta que acabó desembocando en una guerra. Los riesgos son mayores hoy de lo que fueron en muchos períodos diferentes en el pasado, incluyendo el período posterior a la crisis financiera mundial.

Una de las grandes amenazas que señala en su libro es la elevada deuda pública. ¿Cree que España podrá afrontar la suya, que asciende al 116% del PIB?
No creo que haya peligro ahora mismo. Pero el BCE, la Fed y otros bancos han subido los tipos y el interés a largo plazo que pagan los Estados para financiarse es más alto. Hay tres factores que van a determinar la sostenibilidad de la deuda: cuánto suban los tipos de interés, el crecimiento económico real y el saldo fiscal del país, concretamente lo que se llama el saldo primario (el déficit, excluido el pagos de intereses). Mientras otros países europeos y de la eurozona tienen ahora mismo superávit primario, en el caso de España no se ha hecho ese ajuste y hay un déficit primario significativo. La combinación de déficits primarios elevados con tipos de interés crecientes y con un crecimiento potencial débil, implican a largo plazo que el ratio de deuda sobre PIB aumentará y a la larga podría llegar a ser insostenible. No hablamos de hoy, pero durante la próxima década es un riesgo al que se enfrenta la mayor parte de la eurozona y España también.

Sostiene que la eurozona se dirige no hacia la inestabilidad, sino hacia el colapso. ¿Cree que el euro tiene los días contados?
No, no creo que el euro tenga los días contados. No solo se trata de un proyecto económico, financiero y monetario, también es en parte político y geopolítico. Por desgracia, en muchos países la política va en dirección hacia más populismo de extrema derecha en su mayoría. Siempre habrá voluntad política de mantener unida la eurozona, pero la economía tiene que tener sentido. La dinámica de la deuda tiene que ser sostenible. Tiene que haber competitividad exterior, tiene que haber un mayor reparto del riesgo... Y, en última instancia, también es necesaria una mayor integración política dentro de Europa y de la eurozona.

En su libro también señala que los gobiernos acabarán por recortar servicios esenciales para hacer frente a la deuda. ¿Cree que volveremos a una austeridad tal y como la vimos en 2008?Puede que tengan que recortarlos, pero la presión política en realidad es hacia gastar más, no hacia gastar menos. Probablemente necesitamos tener un déficit presupuestario más bajo y esto significa recortar parte del gasto que es excesivo, hinchado e inútil, y subir los impuestos de forma inteligente. Pero los impuestos ya son altos en muchas partes de Europa y del mundo. 

Otra de las megamenazas que menciona es el envejecimiento. ¿Cree que los jóvenes de hoy podrán cobrar una pensión pública cuando se jubilen? 
En la mayoría de los países, a menos que hayan hecho reformas significativas de la Seguridad Social o de las pensiones, los sistemas de seguridad social no son sostenibles. Los jóvenes de hoy, una vez que se jubilen, no van a recibir el 100% de las prestaciones que recogen las leyes actuales. Recibirán menos, el 90, el 80, el 70%... depende del país y de las grandes variables macroeconómicas. Los jóvenes tienen que empezar a ahorrar porque lo que van a obtener de los sistemas de pensiones cuando se jubilen no van a ser los beneficios actuales. El problema es que muchos de ellos están apurados. Les cuesta incluso hacer frente a sus gastos corrientes con sus ingresos actuales. Muchos de ellos viven nómina a nómina. No pueden ahorrar más, aunque deberían. 

¿Cree que hemos entrado ya en esa estanflación de la que habla en su libro?
La estanflación es cuando tienes una inflación alta muy superior al objetivo y tienes una recesión clara. En algunas partes del mundo, como en Reino Unido eso ya está pasando. En EE UU y Europa formalmente no ha comenzado, aunque sí ha habido una desaceleración muy fuerte del crecimiento. Las cosas se han vuelto un poco más optimistas para Europa y la eurozona. Pero yo sigo pensando que, dadas todas las incertidumbres geopolíticas, que los precios de las materias primas van a seguir siendo altos, que el mercado laboral está ajustado... el BCE tendrá que llevar el tipo de interés de los depósitos al 4% y si lo llevan al 4% entonces tienes recesión e inflación, es decir, estanflación. Mi visión es de estanflación para la mayoría de Europa. 

También le preocupa que el dólar se haya convertido en un arma al servicio de los intereses de la seguridad nacional. ¿Significa esto que las sanciones económicas como las que pesan sobre Rusia son una mala idea?
No, no me opongo a ellas. Creo que tenemos que disuadir a nuestros rivales que hacen cosas peligrosas, empezando por Rusia. Y lo que hagamos con Rusia es también una señal de lo que podría pasar con China si se vuelve más agresiva en Asia. Hay un dilema entre eficiencia y seguridad. Por eso hemos pasado del libre comercio al comercio seguro, de la deslocalización a la relocalicación… Lo que digo es que la desglobalización tiene un coste económico, igual que lo tienen las sanciones. Yo las apoyo, pero tenemos que ser conscientes de él. Si convertimos en un arma el euro o el dólar -con razón porque tenemos que castigar a Rusia por su comportamiento- habrá un coste económico. Tenemos que ser conscientes del coste de algunas de las políticas que aplicamos, no sólo de sus beneficios.

La inteligencia artificial es otra de las amenazas que señala ¿Se imagina a un algoritmo tomando decisiones de política económica? 
Yo, por mi trabajo, cada mes tengo que predecir para mis clientes lo que va a hacer la Fed o el BCE. Pues bien, incluso ese trabajo probablemente se va a ver desplazado. Solo quedan unos pocos años para que la inteligencia artificial sea capaz de tomar cada dato, cada modelo económico, cada discurso de un funcionario de la FED o el BCE y sea capaz de predecir el resultado de una reunión del BCE mejor que cualquier humano. Y estamos hablando de buenos trabajos, alguien que trabaja en Goldman Sachs, JP Morgan… gana un millón de euros al año. Estamos hablando de profesiones de cuello blanco. Estamos hablando de los mejores, incluso esos puestos de trabajo van a estar amenazados.

¿Qué puestos de trabajo se verán más afectados?En un principio, se automatizan los trabajos rutinarios, más de clase obrera. Pero ahora, hemos descubierto que incluso los trabajos cognitivos de cuello blanco también se pueden dividir en una serie de tareas que pueden ser automatizadas. Pero como he señalado, incluso a trabajos más creativos como seguir la actividad del BCE o la Fed les daría entre 5 y 10 años. Creo que probablemente la inteligencia artificial pueda hacerlo mejor que cualquier ser humano. Es sólo cuestión de tiempo.

¿Cómo se imagina un mundo en el que China es la principal potencia?No sé si es lo más probable, pero hay un escenario en el que China podría convertirse en la potencia dominante de este siglo. Creo que EE UU, Europa y Occidente pueden reformarse y fomentar un capitalismo democrático para impedir que eso ocurra. Su propio modelo político, económico, social y geopolítico no es un mundo en el que EE UU, Europa y Occidente y sus amigos y aliados quisieran estar. Así que tenemos que trabajar duro para proponer una alternativa de crecimiento que sea sostenible, que incluya un capitalismo democrático reformado que funcione para la gente, para todos. Ese es un reto para Occidente.

Alguna de las mega-amenazas que señala pueden verse también como una oportunidad. Pienso, por ejemplo, en la inteligencia artificial, que las jubilaciones masivas den más espacio a los trabajadores jóvenes…
La inteligencia artificial a la larga va a aumentar nuestra productividad. El 'pastel' económico va a ser más grande. No soy un pesimista tecnológico. Pero sí creo que el desfase entre estas innovaciones y la aplicación a la economía general acabará causando dolor económico. Por cada puesto de trabajo que crea Amazon, hay diez puestos de trabajo perdidos en el comercio minorista. Habrá trabajos en el futuro, pero el número de los nuevos empleos en comparación con los que destruya la tecnología puede ser grande. La inteligencia artificial va a conducir a un desempleo tecnológico estructural permanente. Si trabajas en un sector de bajo valor añadido, tu trabajo y tu renta se van a ver gradualmente amenazadas por ella.

¿Ve algún rayo de esperanza entre tantos peligros?

La historia no es determinista, nosotros determinamos nuestro futuro. En el libro, después de diez capítulos sobre las diez mega-amenazas, tengo un capítulo distópico donde todas estas amenazas se materializan para alimentarse unas a otras. No se trata sólo del fin de la economía, podría ser el fin incluso de nuestra especie, destruida por un invierno nuclear, el cambio climático, una pandemia, o una inteligencia artificial sustituyendo incluso al Homo sapiens. Pero también hay una parte más utópica, en la que las innovaciones tecnológicas podrían aumentar el crecimiento potencial y, con la política correcta, beneficiar a la mayoría de la gente. Para lograr esto se necesita cooperación y liderazgo a nivel nacional e internacional, algo difícil de conseguir en un mundo de superpotencias mundiales rivales. Me preocupa que el escenario distópico sea más probable que el utópico. Creo que deberíamos trabajar duro para hacer de nuestro orden económico, social, político y geopolítico uno que la mayoría del mundo prefiera al que ofrecen China y sus amigos y aliados. 

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