Las excentricidades sexuales que Dalí pedía a las mujeres: de huevos fritos a una piscina de alubias blancas

En el podcast 'Tenía la duda' entrevistan a una trabajadora sexual durante el franquismo que tuvo clientes como Dalí y Orson Welles.
En el pódcast 'Tenía la duda', Judith Tiral ha entrevistado a la señora Rius.
En el podcast 'Tenía la duda' entrevistan a una trabajadora sexual durante el franquismo que tuvo clientes como Dalí y Orson Welles.
En el pódcast 'Tenía la duda', Judith Tiral ha entrevistado a la señora Rius.
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Pintor, escultor, escritor y uno de los máximos representantes del surrealismo, Salvador Dalí es uno de los artistas plásticos españoles más reconocidos del siglo XX. Son muy famosas sus imágenes oníricas, pero, del mismo modo, también lo son sus múltiples excentricidades.

Así lo mantiene la señora Rius, que fue madame en el franquismo, en No te lo habías preguntado, pódcast de Judith Tiral. Durante esa época, la catalana de 84 años se encontró con personalidades como Camilo José Cela, Orson Welles o el propio Dalí, y de él sostiene que, en sus extravagantes fantasías sexuales, "quería molestar a las mujeres y rebajarlas".

Lydia Artigas, como es su nombre real, opina que el artista "era un señor que supo hacerse muy bien su publicidad", pero "no llegó nunca a saber tratar a una señora".

"Venía con seis o siete suecas muy altas y elegía a cuatro o cinco muchachas de la casa que también fuéramos altas", asegura. Rius cuenta que pedía un pato y, en un baño, ellas lo degollaban: "Le cortaban el cuello y el señor Dalí ponía la colita en el ano del pato".

La madame, que asegura que Dalí pedía que le llamaran "el Divino", ya contó esta anécdota en el pasado. En concreto, lo hizo en La Sra. Rius al desnudo, un libro escrito por Julián Peiró.

"Era un señor que me pareció horrible. Me quedé asustadísima", opina en el pódcast de Judith Tiral. Además, también narra otra de las peticiones que hacía: ponerles a las chicas un huevo frito, recién hecho, en las nalgas.

"Las muchachas lo aceptaban, porque le daban mucho dinero", argumenta la señora Rius. "Tenía una piscina y la llenaba de judías blancas, que se quedan arrugaditas cuando están con mucha agua, y hacía venir a dos o tres chicas del Molino [cabaret de Barcelona] para que se metieran".

La entrevistada defiende que pedía este tipo de prácticas para "destruir un poco la manera de ser" de las chicas, por lo que considera que "un hombre que hace estas cosas no puede luego acostarse con una mujer".

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