¿Que tiene preparado el Ayuntamiento para Fitur?Hemos diseñado un stand futurista e innovador, por valor de 421.000 euros, donde la luz será la protagonista, pero que se podrá disfrutar en los cinco sentidos: vista, olfato, tacto, gusto y oído. El impacto, entre compras, cenas y ocio, calculamos que será de 400 millones de euros.

La Puerta de Alcalá ha entrado en quirófano. Tiene salvación, ¿no?Claro, se está rehabilitando como cualquier monumento que tiene muchos años. Y serán los técnicos los que nos digan cuando terminará los trabajos y se podrá quitar la lona hiperrealista que lo cubre. Es uno de los iconos que tenemos en la ciudad y representa muy bien esa puerta de entrada a Madrid. 

¿Madrid quiere ser la puerta de entrada a Europa?El primer destino siempre es en el que más dinero gasta el viajero... Ya somos la puerta de entrada de Latinoamérica y EE. UU. por nuestra geolocalización y conectividad aérea: Barajas es el tercer aeropuerto más importante de Europa. Pero hasta 50 millones de personas llegan de paso, queremos que se queden.

¿Cómo se consigue?Con campañas de promoción de la marca Madrid. Está en marcha un proyecto con la Comunidad y el sector privado, para destinar 38 millones de euros a dar a conocer la ciudad.

¿También se promociona el sur?Por supuesto, nuestro plan estratégico de 2020-2023 tenía como objetivo descentralizar el turismo. Hay muchas almas con identidad propia como Usera, Carabanchel, los parques del Capricho, los miradores de la Cuña Verde de Moratalaz...

Pero a algunos vecinos les puede molestar tanto turista...Madrid no tiene turismofobia. Vecinos y turistas conviven amigablemente, porque los visitantes buscan sentirse como madrileños. Y los residentes entienden que el 60% del gasto es en restauración y ocio, por tanto, en el comercio de barrio.

Barcelona o Ámsterdam sí han sufrido turismofobia. ¿Por qué?Bueno, aplicarían políticas distintas a las nuestras... Nosotros tenemos claro que modelo queremos, que sea sostenible y no se concentre en una época del año concreta. 

Porque en verano, sin playa, es difícil competir...Es lo único que nos falta. Pero aunque el verano no sea la temporada alta, al menos cada vez es menos baja. Y eso es gracias a que en junio, junio o agosto, muchas tiendas u obras de teatro están abiertas. No es como antes, cuando Madrid estaba de vacaciones. Ahora, potenciamos festivales importantísimos y muchas actividades.

¿Qué modelo turístico buscan?Apostamos por un turismo de calidad, que realmente traiga riqueza. Es el sector más transversal, no son solo hoteles, también restaurantes, comercios... Buscamos un turista que viene a imbuirse en la capital y disfrutar de sus tradiciones. Por tanto, tenemos que construir la mejor ciudad para los madrileños, así también atraeremos a los de fuera.

Pero, en pleno siglo XXI, los viajes se han democratizado mucho: se pueden comprar billetes baratos, alquilar un piso low-cost y comer directamente de supermercado...Pero el turista que nosotros atraemos no es lujo, entendido en dinero, sino en calidad de tiempo. Desde la pandemia todos nos hemos dado cuenta que lo más valioso es vivir experiencias. En Madrid tenemos 22 estrellas michelín, pero también unas magníficas tabernas con un menú del día asequible y hoteles de dos y tres estrellas. Lo que queremos es un turista que viene a lo que llamamos 'madrileñear', descubrir la ciudad, con ofertas para todo tipo de público.

El turismo de cine mueve a 80 millones de personas que se desplazan por el mundo para contemplar los escenarios de sus películas o series favoritas. ¿Madrid es destino para los cinéfilos?Sí, y cada vez más. Si conocimos Nueva York a través de las películas, ¿porque no hacerlo en Madrid? La última Casa de Papel fue vista por 5 millones de personas. Es una campaña de promoción impagable. La de gente que viene a hacerse fotos en las escaleras de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre... Pero es que además cada rodaje destina el 50% de su presupuesto en la ciudad. Nuestro papel es eliminar toda la burocracia posible para que Madrid sea amigable con la producción audiovisual. 

También musicales, ¿Madrid aspira a ser el Broadway europeo?Somos los primeros en español. Y estamos luchando con Hamburgo en ser la tercera mejor ciudad de musicales del mundo, después de Broadway y Londres. Lo que es intachable es nuestro posicionamiento en poco años. Ante no teníamos casi musicales y ahora se estrenan decenas con excelente calidad.

Y arte...
Justo el otro día el New York Times recomendaba viajar a Madrid en 2023 para ver las exposiciones que rendirán tributo Picasso por el 50 aniversario de su fallecimiento. 

¿Podría hablarnos del turismo de reuniones? Suena aburrido, pero trae pingües beneficios, ¿verdad?Así es, pueden que hasta 10.000 personas nos visiten para acudir a un congreso o convención pero, aunque vengan a trabajar, también comen y disfrutan de tiempo libre. Y cuando vuelvan a sus ciudad contarán lo bonito que es Madrid, volviendo quizás en un futuro con sus familias. Pero hay que promocionar distinto, ya que el criterio de decisión no es el mismo que cuando vienen turistas de ocio. Somos un gran atractivo por nuestras instalaciones congresuales, con Ifema a la cabeza, con hoteles con experiencia en organizar actos, a futuro también el nuevo estadio del Real Madrid o nuestra climatología, con más 3.200 horas de luz al día.

¿Cómo valora el trabajo que ha hecho Reyes Maroto como ministra de Turismo?Bueno, le ha tocado vivir una época vivir muy dura. Yo como responsable de turismo lo sé, porque hubo que parar un sector económico importantísimo de repente con la pandemia. Ella lo hizo como pudo, pero su Gobierno apostó por una política diferente a la nuestra. Hoy estamos viendo que esa política de libertad para dejar trabajar al comercio que impulsaron la presidenta Ayuso y el alcalde Martínez-Almeida fueron importantes para abrir Madrid al mundo y conseguir los datos de recuperación actuales.

La ministra de sanidad, Carolina Darias, ha anunciado que "no muy tarde" se retirarán las mascarillas del transporte público. ¿Es buena noticia para el sector?Lo importante es que haya certidumbre y confianza, que es lo que busca el turista a la hora de elegir a donde viaja. ¿Qué se puede hacer y que no? Nosotros lo único que pedimos al Gobierno es que tenga una postura clara, basada en datos científicos y que eso nos permita decirle al turista qué es lo que va a encontrar, sin cambios de opinión. 

Ahora que la cuestión medioambiental se ha instalado en el debate de Cibeles, ¿podemos reducir la huella de carbono del turista?Claro. De hecho, nosotros somos pioneros en establecer una herramienta, que hemos implementado primero para el turismo de congresos y convenciones, que recoge el impacto que va a tener en huella de carbono, los transportes que va a realizar, el catering, que va a autorizar la comida. Todo eso lo puedes calcularlo  para compensarlo después. El objetivo es extenderlo a todo el sector turístico.

¿Otro proyecto que vayan a impulsar si son reelegidos en las elecciones municipales del 28 de mayo? Estamos trabajando en un nuevo Centro de Atención al Visitante para potenciar el eje Plaza de España después de que fuera remodelada por este Gobierno en 2021. Queremos que el turista venga con el plan hecho, y las entradas para algún espectáculo compradas, o pueda organizarlo en base a sus gustos en mitad del viaje. Lo atenderán informadores, como en otros puntos abiertos en Cibeles, pero también habrá sistema tecnológicos más potentes que Pichi, el robot inteligente que habla tres idiomas y baila el chotis en la oficina de Plaza Mayor.

Prefiero que sea usted quien recomiende a los lectores de 20minutos qué podrían hacer un día en Madrid:
[Risas] Un día se les va a hacer corto, pero lo tengo muy claro. Cogería una bici en la Casa de Campo para dar un paseo por Madrid Río y disfrutar del amanecer. Luego subiría a ver la nueva Plaza de España, donde podemos ir andando al Templo de Debod. Desde allí iría a las cocinas del Palacio Real, que son poco conocidas, y subiría hasta su azotea para apreciar las vistas. Cuando entre el hambre, pasaría por la Plaza Mayor para tomar un bocata de calamares en alguno de sus restaurantes centenarios. Seguía el paseo hacia la Puerta del Sol para ver como se transforma la nueva ciudad. Bajaría por los Jerónimos para visitar alguna de las exposiciones del Prado o el Thyssen. Y terminaría con un atardecer paseando por el Retiro.