Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El error de perder al oso perjudicado

El oso perjudicado de Cádiz
El oso perjudicado de Cádiz
Onda Cádiz
El oso perjudicado de Cádiz

Rapidez verborréica es lo que demostraron las comentaristas de la retransmisión de la llegada de los Reyes Magos de Oriente a Cádiz cuando el pasado año vieron, en directo, como uno de los personajes del séquito desfilaba medio desmoronado. "El oso perjudicado", definieron con esa corrosión tan mordaz y descriptiva que pasa a la posteridad. Y sin retorno, pues convierte en palabras una imagen que, en realidad, hizo única a una de tantas y tantas cabalgatas.

Pero en Cádiz, por el momento y si no hay giros dramáticos, han huido de transformar en tradición a su oso perjudicado. Prefieren, tal vez, buscar la perfección que despierta impasibilidad. Y, así, volver a transformarse en otra cabalgata más. Suele ocurrir en la vida, insisten tanto en que debemos ser óptimos que es difícil percatarse que las supuestas imperfecciones son aquello que nos hace singulares.

En un desfile de osos idénticos, el oso presuntamente diferente fue el que enriqueció la noche de reyes de 2022. Los pequeños no lo vieron como deficitario, la desprejuiciados ojos de la niñez recibieron al oso polar atípico como el muñeco más original para jugar. Las traviesas redes sociales, también. 

Podemos quedarnos en los moldes de exquisitos disfraces de peripuestos príncipes, dulces princesas y sus entrañables mascotas o abrazar con la curiosidad de la mirada amplia a aquello que alguien dijo que estaba fuera de la norma. ¿Qué es la norma? Un promedio que sería algo así como sumar lo que dicen que somos cada uno de nosotros y dividir el resultado entre el número total de personas. La solución cuadrará con nadie. A fin de cuentas, el oso perjudicado es infinitamente más representativo de la sociedad real, esa que sigue caminando a pesar de todo.

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