Las zonas rurales de España están experimentando transformaciones ambientales y sociales sin precedentes. Según el estudio La España desertificada, del Observatorio Social de la Fundación ”la Caixa” y de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), un porcentaje importante de estos territorios están sufriendo las consecuencias de la despoblación y el cambio climático. De hecho, en algunos casos coinciden las dos situaciones en el tiempo.

Como recoge el citado estudio, el 28% del territorio rural español está expuesto a "altas tasas" de despoblación, el 45% a problemas de aridez y el 17,5% presenta ambos problemas a la vez.

El último supuesto se concentra principalmente en el sur de Castilla y León y en casi toda Castilla-La Mancha. Por otro lado, los autores puntualizan que son las zonas rurales remotas donde el porcentaje es mayor (23,3%), ya que están más desconectadas de los centros urbanos. En cambio, se reduce al 11,5% en las zonas rurales accesibles porque, precisamente, su ubicación es más cercana a los núcleos urbanos.

Aunque existen diversos factores de mitigación de la despoblación, éstos pueden acarrear efectos no deseados

Ante esta realidad, desde Fundación ”la Caixa” afirman que existen diversos factores de mitigación de la despoblación, como el desarrollo de la agroindustria y de las energías renovables, el turismo rural y ambiental, así como la inmigración, la disponibilidad de vivienda y la oferta cultural y de entretenimiento rural. Por último, también señalan que la conectividad con las zonas urbanas puede ser otra solución para acabar con esta problemática.

No obstante, reconocen que algunos de estos factores pueden acarrear "efectos no deseados, tanto de tipo social como ambiental" y, por tanto, conseguir el resultado contrario.

Efectos negativos de las medidas contra la despoblación

En este sentido, los investigadores explican que "el desarrollo agroindustrial conlleva la concentración de explotaciones y de servicios agrícolas, lo que dificulta que jóvenes agricultores e inmigrantes tengan acceso a la tierra".

Asimismo, detallan que "la intensificación agropecuaria puede contribuir a la erosión de los suelos, a la sobreexplotación y a la contaminación de los recursos hídricos". Es decir, la adopción de esta medida provocaría todo lo contrario a lo que se persigue porque, con ella "aumentaría el riesgo de aridez y disminuiría la resiliencia del territorio al cambio climático", advierten.

Para la elaboración de este estudio han participado Cara Maeztu, Gerard Pocull, Esteve Corbera y Sergio Villamayor-Tomas, del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA-UAB). Todos ellos, han contribuido a la voluntad del Observatorio Social de la Fundación ”la Caixa”, que busca aportar diagnósticos sobre la realidad social en distintas áreas de conocimiento.