Luces y sombras

La iluminación navideña, que ya engalana las calles, levanta el ánimo y nos invita a vivir unas fiestas que todos estamos deseando que vuelvan a ser lo que eran después de los últimos años de restricciones y preocupaciones.

Las agendas rebosan compromisos profesionales y personales, los eventos se multiplican y todo tiene que ajustarse a la presión que marca el calendario que este mes tiene muchas fechas marcadas en rojo.

El ritmo se acelera, las prisas y los atascos se imponen al placer de salir tranquilamente a pasear, tomar una copa o cenar con amigos, que es lo que apetece estos días. Corremos y nos agobiamos, pero ya lo asumimos como parte del programa de festejos.

No tenemos motivos para quejarnos, bien al contrario. Este invierno, que se presentaba con amenazas de restricciones energéticas ante el incierto panorama internacional, finalmente parece que se ha encauzado, al menos por el momento y para los países de nuestro entorno. No así lamentablemente para Ucrania que a los sufrimientos de la guerra une estos días los rigores del invierno agravados por los destrozos causados por los bombardeos que tienen al país carente de luz y gas.

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En este mundo globalizado y de contrastes las luces de Navidad que llenan las calles se convierten también en una fuerte llamada de atención para recordarnos lo que ocurre no tan lejos de nosotros.