Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El surrealismo a las puertas de Isabel Preysler que deja en evidencia malas técnicas de la prensa del corazón

La deriva de chismorreo clásico, ese que habla y habla a la caza del ruido vacío.
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Reportero de Europa Press hace guardia a las puertas de la casa de Isabel Preysler. El morbo del cotilleo nacional necesita nuevas imágenes que decoren la ruptura de Tamara FalcóÍñigo Onieva, que ha sido retransmitida en tiempo casi real con publicaciones en sus propios Instagram. Cómo ha cambiado el cuento. Las celebrities de hoy han anulado el trabajo de los paparazzis compartiendo su vida, en primera persona, en sus redes sociales. O intentando borrarla, cuando se elimina esa foto de la que te arrepientes ante los ojos de todos tus followers.

Mientras el periodista espera frente a la famosa mansión, aparece el coche de Ana Boyer, hermana de Tamara. Ventanillas bien subidas, ni siquiera se ve a nadie dentro del automóvil. Pero da igual, ya a diez metros de distancia el reportero empieza a decir en alto todo lo que debería preguntar a la hermana de Tamara Falcó. Y lo hace sin casi tomar aire. Leer a toda velocidad, como él: "Hola, Ana, ¿qué tal? Bueno, imagino que has venido para apoyar a tu hermana tras la ruptura, ¿no, Ana? ¿Cómo te has enterado? Parece que la ruptura ya es inminente, no hay marcha atrás. Iñigo ha pedido perdón, dice que ha perdido perdón también a la familia. No sé si tú te quieres incorporar, si le aceptas el perdón. Bueno, has tenido que poner un avión de por medio para venir a apoyarla, ¿no? Muchas gracias". Surrealismo total, pues entrevista a un coche. A quién pregunta no le puede escuchar, pero es indiferente porque no pretende que nadie le escuche.

El vídeo del momento, grabado por el propio reportero con un móvil -aunque enseñando bien el micrófono de Europa Press para que quede constancia que es su "exclusiva"-, delata la pérdida de rumbo de la prensa que persigue a los famosos. Sus técnicas se han quedado anquilosadas en lo que aprendieron algunos viendo 'Aquí hay tomate'. Si no hay declaración, que lo parezca.  Ya la tele tiene algo que poner.

Como consecuencia, se ve como lógico recitar de carrerilla una ristra de preguntas a sabiendas de que no se obtendrá respuesta. Lo importante es la imagen con todos sus bullicios más que alcanzar la declaración. Y así demostrar que estabas allí. Y así las televisiones tienen aparentemente algo que emitir... y comentar.

El problema es cuando esta técnica también se contagia incluso al periodismo político. Así hace dos años vimos a una periodista de 'Las cosas claras' seguir esta misma práctica como si fuera lo normal con Mariano Rajoy. El ex presidente del gobierno no iba a contestar, pero se le intentaba dejar en evidencia con la dinámica de gritar preguntas sin ton ni son. Eso no es información, es persecución que, a veces, se tuerce en provocación para intentar una estampa visual o un enfado visible cuando se sabe que el protagonista que se busca no hará declaraciones. Menos aún siendo sermoneado en plena calle. Esta actitud, en las antípodas del periodismo, es una representación de la deriva de chismorreo clásico, ese que habla y habla a la caza del ruido vacío. Para eso, mejor ir directamente al Instagram de Ana Boyer.

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