Desde que nuestra joven moneda entrara en circulación hace 20 años, pocas veces se depreció tanto como hoy, a punto de llegar a la paridad con el dólar. Traducido en lenguaje de calle, tiene sus cosas buenas y malas. Con un euro más barato, las exportaciones europeas ganan, pues son más competitivas. El problema llega cuando toca comprar, por ejemplo, energía, donde reina el dólar como moneda de cambio. Si ya nos cuesta ahora comprarla, imaginen la que se avecina si el euro no resucita. Atentos a los surtidores.
OPINIÓN06.07.2022 - 07:20h
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