Melisa Tuya Redactora jefe de '20minutos'
OPINIÓN

Diez años de IVA veterinario de lujo

Foto de archivo de un gato en un veterinario.
Foto de archivo de un gato en un veterinario.
Joanna Reichert / PIXABAY
Foto de archivo de un gato en un veterinario.

Fue en septiembre de 2012 cuando el gobierno de Mariano Rajoy, con la crisis económica arreciando, elevó el IVA veterinario de los animales de compañía del 8% al 21%. Pronto se cumplirá una década de la subida de este impuesto que ha llevado en distintas ocasiones a los veterinarios de mascotas a la calle con nulo éxito; un impuesto que el actual Gobierno prometió reducir pero que ahí sigue, haciendo compañía a las compresas y tampones como necesidades sanitarias con la consideración impositiva de un lujo.  

El 1 de septiembre de hace diez años fue cuando entró en vigor que cuidar la salud de nuestros animales de compañía y la nuestra, porque ambas están relacionadas, se gravara al 21%. La Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales (AVEPA) publicó entonces un comunicado que he vuelto a leer y que continúa de plena vigencia. En él se quejaban del agravio comparativo entre los servicios veterinarios del sector ganadero, que subieron solo del 8 al 10%. También aseguraban que "puede provocar una relajación y disminución de la visita al veterinario, lo que no solo puede afectar a la salud individual de cada una de estas mascotas, sino que puede repercutir de forma preocupante en la salud pública de nuestra población".

No hay mediciones fehacientes sobre si ha habido menos diligencia por parte de los propietarios a la hora de desparasitar, vacunar, esterilizar o incluso de llevar a cabo tratamientos necesarios. Lo que sí es posible es acercarse a charlar con cualquier veterinario de una clínica de barrio y comprobar que cuando los hogares pasan apuros las visitas al veterinario se reducen. 

Ellos sufren en sus cuentas que cuando llegar a fin de cuentas requiere hacer malabarismos, pues va a ser no pasa tanto si al perro le paseamos sin pipetas o pastillas que eviten picaduras - pese a jugarnos una zoonosis con ello-. Con la cuenta corriente tiritando para poder pagar la luz y el gas, parece lógico procrastinar el momento de poner la antirrábica o buscarnos la vida en Google para ver cómo tratar en casa eso que parece tiene Toby. Va a ser verdad que tener perro o gato es un lujo.

Ahora que enfrentamos una nueva tesitura económica complicada, los veterinarios de pequeños animales, que eligieron ese camino por vocación, lo están viviendo de nuevo. Estos guardianes de la salud de los animales que son nuestra familia batallan con un oficio complejo, pavimentado de dificultades. Siempre que piso una clínica veterinaria pienso que, de naufragar en una isla desierta, ojalá hubiera un veterinario de pequeños animales a mi lado, que es al mismo tiempo cirujano, anestesista, obstetra, cardiólogo y nutricionista.

La reducción del IVA sería una ayuda merecida y necesaria. Una ayuda que redundaría en el bien de todos. 

 

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