La poesía, esa "inutilidad necesaria"

Biblioteca municipal del Centro Cïvico Aldabe en Vitoria-Gastei
Biblioteca municipal del Centro Cïvico Aldabe en Vitoria-Gastei.
Iñaki Berasaluce
Biblioteca municipal del Centro Cïvico Aldabe en Vitoria-Gastei

Las poetas Miren Agur Meabe, Ana Romaní y María Callís escriben en euskera, gallego y catalán, respectivamente. Conscientes de que la poesía en lenguas "minorizadas" no les da de comer, insisten en la "inutilidad necesaria" de un género que, en estos tiempos tan convulsos de guerras y pandemias, sirve para "bajar un poco el ruido" y "escuchar".

"La poesía demanda una actitud muy alejada o distante del tiempo que vivimos, tan convulso, tan mediático. El poema no se da en esas condiciones, exige una escucha pausada, una actitud de atención, de no buscar la rapidez o la resolución, sino un dejarse ir", asegura a Efe Romaní, que junto con Agur Meabe y Callís participan en la V edición del festival Alguén que respira!, que concluye este lunes con motivo del Día Mundial de la Poesía.

La poeta y periodista gallega insiste en que la poesía es una "inutilidad necesaria", porque da sustento y ayuda a "esculcar o indagar en eso otro que tantas veces huye de lo cotidiano de la vida".

"Para mí es una necesidad, pero espero que no sea nada útil, porque en el momento en el que la poesía sea útil, sea utilizable, perderá su sentido", dice.

La premio Nacional de Poesía de 2021, Miren Agur Meabe, también coincide en que la poesía aporta sentido "al sinsentido en el que vivimos" y es además una manera de ser ella misma.

"Es una forma de estar en el mundo y de ser yo misma. Para mí el Día Mundial de la Poesía es todos los días", señala.

Por su parte, la poeta catalana María Callís asegura que para ella no solo es importante la creación, sino también el "tiempo de lectura", que le permite "bajar un poco el ruido" y concentrarse en el "sentido íntimo de las palabras y de la vida".

Con la llegada de la primavera, resurgen en diferentes partes del país gran parte de los recitales y festivales de poesía, como Alguén que respira!, en el que las tres poetas presentaron sus últimas obras bajo el título de Tres poetas para a eternidade.

"Es un género que está en vigor, lo que pasa que siempre ha sido minoritario. Creo que lo que hace falta es una actividad pedagógica en torno a la poesía", señala Agur Meabe, que después de "leer en público aquí y allá", opta por realizar "lecturas comentadas" para compartir opiniones con el público y los lectores.

"Si no se dan algunas claves, la forma, la precisión, el color, el relieve, el orden... todo lo que gira alrededor de un poema, no llega al receptor", explica.

La poeta considera que muchas veces nos autoconsolamos diciendo que la poesía "no es para entender" y que basta con que "sugiera, evoque o aporte algún tipo de placer", aunque también es importante "hacer los poemas comprensibles".

Sin embargo, Romaní señala un fallo generalizado en la lectura, porque la dimensión oral de lo poético está "muy revitalizada" con el slam, la videopoesía o la música, en un diálogo "interartístico" en el que los jóvenes se sienten "muy cómodos".

"Estamos acostumbrados a un sistema en el que exigimos la gratitud inmediata de los objetos que consumimos y esto con la poesía genera un poco de reservas. Pero yo creo que la poesía también es algo natural, como el canto. Es una forma de música al fin y al cabo. Las formas en las que la desarrollan los jóvenes pueden cambiar, pero siempre está ahí", añade Callís, que pone como ejemplos las slams y los talleres de poesía y rap.

La poesía, que "insiste y persiste" es al fin y al cabo un género de "amplias minorías", que genera un público "muy fiel" porque produce "adicción", aporta Romaní.

Ahora bien, que no sea mayoritario sí que trae consecuencias a nivel de industria cultura, como apunta Agur Meabe, y más si tenemos en cuenta que la poesía de estas tres autoras está escrita en lenguas "minorizadas".

Agur Meabe cuenta que en euskera hay varias palabras para designar la profesión. Una de ellas es 'ogibide', que significa oficio, la manera de "sacarse el pan".

"En ese sentido, en nuestros sistemas, la escritura, ya sea poética o narrativa, no da para ser un medio de subsistencia", afirma.

Sin embargo, hay otra palabra, bizi bide, que se traduce como la manera de vivir, en la que las tres autoras coinciden.

"Es algo que me sustenta, me define y me hace evolucionar y empoderarme, sumarme a proyectos de otras voces. Me hace sentir llena", explica.

Callís también reconoce que no se puede vivir de la literatura en catalán, a excepción de casos muy singulares de algunos narradores, pero que además a ella tampoco le interesaría eso porque la industria del libro "exige un ritmo de producción muy acelerado".

"La industria del libro exige novedades y tengo una sospecha de que hay una pequeña perversión con las lenguas minoritarias que es esa sensación de tener que producir mucho para que no baje la sensación de que se está haciendo poesía en catalán", explica.

"Yo soy muy lenta. Publico un libro por década. Por suerte, no depende de mí el futuro de la literatura y la poesía catalana. Eso me da mucho alivio", bromea.

"La poesía es un espacio que surge, como una puerta abierta que está ahí", asegura Romaní, que opina que hay muchos formatos poéticos en este momento, conviviendo desde distintos lugares, con diferentes instrumentos y con diversos discursos". Definitivamente, poesía que respira.

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