En las últimas décadas, siempre hemos visto a la reina Isabel II de Inglaterra con un look similar en el que destacan los colores llamativos y chillones. Ya sea una combinación de abrigo con sombrero o vestido con pamela, parece que todo el arco iris inunda su armario.

Sin embargo, esta decisión estilista no es por los gustos de la reina ni es algo dejado al azar. Según cuenta la condesa Sofía de Wessex, mujer del príncipe Eduardo, en un documental llamado La Reina a los 90, es una de las estrategias para destacar entre la multitud.

"No olvides que cuando aparece en algún lugar, las multitudes son dos, tres, cuatro, diez, quince veces mayores, y quien va a verla quiere poder decir que vio un poco del sombrero de la reina cuando pasó. Necesita destacar para que la gente pueda decir 'vi a la reina'", relataba la aristócrata.

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No obstante, el motivo con más peso para que la reina utilice este tipo de vestuario es otro totalmente inesperado y tiene que ver con su seguridad. Esta ropa tan colorida permite a los guardas reales que la acompañan el poder identificarla en todo momento para que, en caso de ataque o situación de peligro, puedan ponerla a salvo rápidamente.

De esta forma, los colores chillones y llamativos permiten que la actual monarca británica esté localizada continuamente, incluso si se encuentra entre una gran multitud llena de personas que quieren acercarse para verla y poder conocerla en persona.

Debido a su baja estatura, ya que apenas supera el metro sesenta, el llevar un sombreo o gorro de la misma tonalidad hace que sea aún más rápida de localizar al ser un punto brillante entre un cúmulo de personas que visten con colores más apagados. 

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Tras casi 7 décadas en el trono, el color de la vestimenta de Isabel II se ha convertido en una de sus señas de identidad, convirtiéndose en una tradición muy útil que se ha a quedar en la familia real británica.