La pregunta no es si Putin puede invadir Ucrania, sino si le interesa: ¿por qué Rusia podría intensificar su ofensiva?

El presidente de Rusia, Vladímir Putin.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin.
EFE / EPA / EVGENIY PAULIN / SPUTNIK / KREMLIN
El presidente de Rusia, Vladímir Putin.

En el 2014 la guerra de Ucrania tuvo como punto fundamental la idea inquebrantable de Rusia de anexionarse la península de Crimea, algo que finalmente acabó sucediendo. Desde entonces, las tensiones entre ambos países se han mantenido latentes, pero en las últimas semanas varios movimientos hacen pensar en un movimiento importante del Kremlin para invadir el país vecino. ¿Es realista la intención de Vladimir Putin? ¿Puede hacerlo? Pero lo que es más importante en caso afirmativo: ¿le interesa hacerlo ahora?

De momento, uno de los últimos capítulos ha sido muy reciente. Este viernes las autoridades de Rusia han tachado de "provocación" las acciones de un buque ucraniano que se encontraba navegando en las inmediaciones del estrecho de Kerch y que no habría respondido a las órdenes de los barcos rusos.

La portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajarova, ha expresado que es "evidente" que se trata de "otra provocación más en el mar" y el Kremlin ha advertido de posibles consecuencias "graves" ante el presunto movimiento de Kiev. "Lo sucedido muestra otra vez el posible perjuicio y las posibles consecuencias que pueden derivar de estas acciones provocadoras. Cualquier pequeña provocación puede acarrear consecuencias muy graves", sostuvo el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, según la agencia Sputnik.

Hay muchas pistas que llevan a pensar que la posible invasión de Ucrania por parte de Rusia está cerca de hacerse realidad, sobre todo ante un cada vez mayor despliegue de tropas en la frontera. La anexión total de Ucrania es de hecho una de las obsesiones de Putin en su intención de volver casi a la época de los zares, con él al mando y con una especie de "imperio ruso", del estilo de lo que en su día fue la URSS. El Kremlin cree contar con las herramientas para ello.

Hace solo unos días, el Gobierno ruso explicó que contará con un nuevo misil hipersónico para 2022. Y esa es otra parte de su estrategia: el relato. "No queremos llegar al extremo de tener que usarlo", dijo entonces Putin. No se trata tanto de recurrir a este tipo de herramientas, sino de que los demás sepan que Moscú cuenta con ellas. Rusia desarrolla lo que se conoce como "diplomacia coercitiva", que consiste en ejercer presión contra los que considera sus rivales estratégicos.

Pero la agenda imperial tiene un hándicap, y es humano. La guerra de hace siete años supuso importantes pérdidas materiales, pero sobre todo de soldados que acudieron al frente. Esa historia es la que Putin no se puede permitir otra vez. Los costes, por lo tanto, serían muy elevados y más en un escenario que supondría vivir en menos de una década la misma pesadilla dos veces. El presidente ruso insiste: "Rusia y Ucrania son un solo pueblo". Lo ha repetido hasta la saciedad. Pero sabe que no puede perder a ese "pueblo".

La UE, por si las moscas, ya está en alerta respecto a Rusia. Putin piensa como lo que es, un antiguo oficial de la KGB. Duda en función del beneficio que pueda sacar y si este no es lo suficientemente alto no da el paso. La Unión, en cambio, está en una especie de encrucijada y ya ha lanzado su Brújula Estratégica. Esto es un plan para erigirse como un actor independiente en una batalla geopolítica que planea recrudecerse en los próximos meses y años. En esa partida Ucrania es una pieza más importante de lo que parece. Ni es miembro de la UE ni de la OTAN, pero puede ser el protegido de los 27 si así lo deciden. Donde no se puede quedar la Unión Europea es en tierra de nadie, porque eso implicaría ceder 'tierra' a Rusia.

Rusia es una potencia geopolítica y quiere que su área de influencia siga creciendo a corto y medio plazo. Ucrania es solo un paso en esa ruta. Su influencia en otros países como Hungría -Viktor Orbán siempre ha hecho buenas migas con Putin- podría aumentar también y los países bálticos están marcados en rojo en el mapa del Kremlin. La estrategia tiene muchas aristas pero llevarla a cabo depende de varios factores. Crisis tras crisis, quizás a Putin no le compense acelerar ahora.

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