Madres jóvenes e infractoras en Madrid: la minoría dentro de otra minoría que se puede reinsertar sin alejarse de sus hijos

Imagen de la guardería del centro 'El Madroño', situado en Carabanchel y adscrito a la Arrmi.
Imagen de la guardería del centro 'El Madroño', situado en Carabanchel y adscrito a la Arrmi.
M. T.
Imagen de la guardería del centro 'El Madroño', situado en Carabanchel y adscrito a la Arrmi.

Desde dentro, es una guardería como cualquier otra. Hay juguetes repartidos por una estancia amplia y con luz natural y tres niños: una de tres años, otra de 20 meses... y un bebé de apenas 20 días. Este último está en brazos de su madre y, esta circunstancia, es la primera señal de que no se trata de una escuela infantil al uso. La estampa tiene lugar en el centro 'El Madroño', que pertenece a la Agencia para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor (Arrmi) de la Comunidad de Madrid, el organismo de cumplimiento de medidas judiciales para menores que han cometido una infracción penal y que tiene una tasa de éxito del 90%: nueve de cada diez jóvenes que pasan por allí no reinciden.

Este recurso público -en 'El Madroño' trabajan alrededor de medio centenar de personas y todos son funcionarios, desde los educadores hasta los psicólogos pasando por el personal de cocina- es poco conocido por el común de la población y presta un servicio fundamental: las menores que han cometido una infracción y han sido condenadas a una medida de internamiento pueden estar con sus hijos, la mayoría de corta edad, durante la vigencia de la medida judicial. También se les atiende si están en periodo de gestación: ahora no hay ningún caso, pero en 2020 hubo dos. 

En este momento, en 'El Madroño' a mismo, viven tres madres jóvenes con sus pequeños. Tenerlos con ellas, cuenta el personal docente que trabaja con ellas, es esencial para que su estancia en el centro concluya con una rehabilitación exitosa. 

"Para mí es fundamental estar con mi hijo aquí", señala María (nombre ficticio), "si no lo tuviera aquí estaría pensando todo el rato en él...", añade. Estas chicas son tres de los nueve internados en esta instalación, ubicada en el barrio de Carabanchel. La media de edad ahora mismo es de 17,8 años. Hay cuatro mayores de edad (cumplieron los 18 cuando ya estaban cumpliendo la medida) y mayoritariamente son chicas.

Por qué un recurso para madres

"Esta medida se toma porque se considera que puede facilitar el vínculo de los hijos con la madre y la reinserción de esta", explica Diego López, director gerente de la Arrmi. "Se trabaja con ellas para que puedan adquirir las habilidades necesarias en el cuidado de sus hijos, ofrecerles ayuda psicológica, favorecer la asunción de responsabilidades y que adquieran los conocimientos y destrezas necesarias", agregan desde la Consejería de Presidencia, Justicia e Interior, de la que depende la agencia. 

Las madres y los pequeños no tienen contacto con el resto de internos en el centro. Tienen un módulo específico y las instalaciones que son especialmente para ellas y sus hijos, como la guardería, tienen acceso restringido. El resto de internos sí que conoce que hay niños de corta edad viviendo en el mismo espacio que ellos. De hecho, los alumnos del módulo de carpintería que tiene 'El Madroño' fabrican juguetes y otros objetos para que jueguen con ellos. Hasta unas mini porterías que están en la cancha deportiva del centro han salido de estos talleres, en la que los menores internados pueden adquirir nuevas destrezas y, quien sabe, si una nueva profesión con la que ganarse la vida. 

En las estanterías, algunos juguetes fabricados en 'El Madroño' para los niños que viven en él.
En las estanterías, algunos juguetes fabricados en 'El Madroño' para los niños que viven en él.
M. T.

En los últimos años, han pasado por este centro madrileño 45 bebés con sus madres. Son ellas las que tienen que solicitar poder cumplir la medida con los pequeños durante el procedimiento judicial y, el juez de su caso, aceptarla. Olga Garrido, directora de 'El Madroño', y Raúl Casas, coordinador en el mismo, detallan que la comunicación con los juzgados de menores es constante desde el centro. Para realizar cualquier actividad cotidiana, como ir al pediatra, asistir a una fiesta de Navidad del colegio o simplemente trabajar, necesitan el visto bueno de la Justicia. 

Todo esto siempre que haya una medida de régimen abierto o semiabierto, nunca cuando se ha dictado un régimen cerrado. Ahora mismo, una de las madres internadas sale todos los días a trabajar y también tiene escolarizada a su hija en una guardería fuera del centro. Acude a dejarla todos los días y el padre de la pequeña la recoge a veces.

Esta es otra de las singularidades: se intenta que los internos no pierdan el contacto con sus familiares, como el padre de sus hijos, los abuelos u otros allegados. Estas visitas y relaciones requieren autorización judicial y siempre se estudian por los profesionales de la Arrmi. En el entorno de la agencia se puede decir que es ley lo de atender cada caso con exquisita singularidad y todo se hace con el único fin de favorecer la reinserción en la sociedad. 

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