Las postales son piezas rectangulares de cartulina que suelen recoger, ya sea en fotografías o ilustraciones, la cara amable de un lugar. En ellas no hay rastro de lo feo, lo rechazable, aquello que nadie quiere ver ni asumir, pero que sí existe. Y sobre esta base se asienta Madrid me Mata, el proyecto ideado por la diseñadora gráfica María Lamuy que resignifica los nombres de las calles en formato postal.

En palabras de su creadora, Madrid me Mata es una iniciativa activista que, a partir del diseño y el dibujo, "hace visibles varias historias de delitos de odio que acontecen en la ciudad". Está conformado por una serie de ilustraciones que hacen alusión "a las postales que enviamos cuando nos vamos de vacaciones" y cuenta, además, con documentación gráfica del origen de la rotulación y la cerámica, así como entrevistas a asociaciones y a víctimas de estas agresiones.

Financiado por el fondo Asistencial y Cultural de la Visual Entidad de Gestión de Artistas Plásticos, puede verse desde este viernes en el Espacio cultural CentroCentro Cibeles, donde permanecerá hasta el 9 de enero de 2022. "El año pasado, durante la pandemia, no tenía mucho trabajo. Vi que salieron los proyectos de la VEGAP, armé un dossier y lo presenté. Finalmente, lo conseguí. Madrid me Mata lleva un año y se ha convertido en algo muy vivo gracias, en parte, a la difusión en las redes sociales", explica Lamuy a 20minutos.

"Hace dos años, mis amigos y yo empezamos a notar que había muchísima más violencia hacia las personas LGTBI. Estábamos asustados. A un amigo le dieron un puñetazo y perdió la visión del ojo. Fue bastante gordo. Al ser un tema que me toca tan de cerca, tenía en la cabeza que quería hacer algo con el lenguaje visual". La artista se refiere a Rober -Roberta La Flaca-, quien protagoniza una de las ilustraciones. La agresión se produjo en la calle Valverde, aunque Lamuy prefiere llamarla "Calle del ojo de Roberta".

En concreto, Madrid me Mata apoya a quienes "no pueden pasear libremente por las calles porque su identidad es diana para la violencia"; personas que sufren agresiones por racismo -discriminación por raza-, homofobia -persecución por homosexualidad-, transfobia -odio hacia las personas trans-, aporofobia -repugnancia o temor obsesivo a la pobreza- o discafobia -aversión obsesiva hacia personas con discapacidad o en situación de dependencia-.

Diseño contra la discriminación

Lamuy recuerda a Isaac, un joven rapero de 18 años que fue asesinado a puñaladas el pasado mes de julio, cuando caminaba por un túnel. Sufría acoso, como muchas de las personas con trastorno del espectro autista. "Por eso pensé en la discafobia y el capacitismo", matiza, reconociendo que el proyecto le sirvió para aprender más sobre algunas formas de discriminación.

"La aporafobia es algo que descubrí mientras hacía el proyecto. Entrevisté a Hogar Sí, que han luchado mucho para que aparezca la palabra 'aporofobia' en la RAE. Me explicaron que a la gente en situación de sinhogarismo se la ve como a la otredad. Estas personas son despersonalizadas. La mayoría recibe violencia en la calle y, sin embargo, nadie hace nada". Para poner sobre la mesa este tipo de agresiones, la autora realizó la postal de la Plaza de Limosneras, que recuerda la humillación que sufrieron unas mujeres rumanas que pedían limosna por parte de varios seguidores del PSV. Los hechos ocurrieron en 2016, en la Plaza Mayor.

Otras postales recuerdan el asesinato de Lucrecia Pérez, una inmigrante dominicada asesinada en la capital a manos de un grupo de ultraderecha (calle de Lucrecia Pérez); la agresión que sufrió Ángeles Blanco en 2007 por ser lesbiana (Calle Ángeles Blanco); las amenazadas a una familia gitana tras seis años viviendo en el mismo barrio por motivos de antigitanismo y romafobia (calle de Go Home!); la paliza que recibió este año un joven de 22 años en una zona de cruising de Casa de Campo (Pasaje del silencio) y la lapidación a una mujer trans por parte de cinco menores en 2016 (Costanilla de la lapidación).

Cerámica y tipografías madrileñas

Lamuy acerca su obra a Madrid mediante el uso de la cerámica y la tipografía típicas de las placas que nombran sus rincones. "Yo no soy de Madrid, y una de las primeras cosas que me llamó la atención de Madrid fueron las cerámicas. Sobre todo, la de la calle de la Cabeza. Comencé a investigar de dónde salían las placas y qué estilos ha habido a lo largo del tiempo. Las más populares son las de los 90, que las hizo Alfredo Ruiz de Luna", explica la artista.

"Él rotulaba las letras y me pareció importante crear una tipografía basada en su rotulación, porque es un estilo muy madrileño. No soy la primera que las elige para hacer una tipografía. Todos partimos un poco de la caligrafía que pensamos que es la esencia de la tipografía madrileña y a partir de ahí cada uno elige hacer lo que quiere. Yo quise hacer una tipografía más de fantasía, de display", señala.

Sobre este conjunto de decisiones se asienta la intención principal de Lamuy: "Renombrar las calles con sucesos contemporáneos", alzar la voz por encima del olvido. "Quiero darles un sentido y que esto sea un gesto digno hacia estas personas que han sufrido delitos de odio. Quiero mostrar el otro Madrid".