Con la victoria de ayer de Alberto Contador se hace patente -más aún- una realidad: España domina el ciclismo mundial. Tras la retirada de Armstrong en 2005, cuatro ediciones y cuatro victorias españolas en la mejor carrera del mundo.
Once años después y tras la larga travesía del "imperio Lance Armstrong", con 7 Tours consecutivos, Oscar Pereiro tomó el relevo, en un Tour 2006 atípico en su desenlace final. El gallego, en principio segundo clasificado tras el estadounidense Floy Landis, recibió el maillot amarillo en Madrid el 15 de octubre, de 2007, una vez que el TAS demostró que Landis había dado positivo por testosterona en la etapa de Morzine. Era el primero de los tres años consecutivos triunfales para el ciclismo español.
Pero la exclusión del vencedor del Tour 2007 y del Giro 2008 no fue obstáculo para que otro español,
En 2009 regresó triunfalmente Alberto Contador. Su exclusión del Tour 2008 la aprovechó el madrileño para ganar en el mismo año el Giro y la Vuelta. Este domingo firmó su cuarta grande consecutiva en otras tantas participaciones. Una victoria labrada en la montaña, especialmente en la subida a la cima suiza de Verbier y en la contrarreloj de Annecy. Fue el Tour del regreso de Armstrong, que fue tercero.
Un Tour sin dopajes
Por primera vez en muchos años el dopaje no ha hecho acto de presencia en el Tour de Francia de 2009, que, sin embargo, no se ha liberado de la sospecha permanente que rodea al mundo del ciclismo.
La ausencia de positivos durante los días de competición no ha acabado con la sombra del dopaje, que sigue estando en el corazón del ciclismo en forma de una duda permanente.
Bastó con que el estadounidense Greg Lemond emitiera infundadas dudas sobre la limpieza de Contador para que el dopaje se abriera paso a codazos entre la actualidad de la carrera.
El maillot amarillo apostó en un primer momento con no responder a las insinuaciones del triple vencedor del Tour, pero eso no hizo más que amplificar la sospecha. Así que, al día siguiente, cambió de táctica y replicó que como todos los ciclistas está sometido a un estricto seguimiento médico en busca de sustancias dopantes.
El "caso Lemond" fue una simple mácula en el Tour de 2009, un ejemplo de que el ciclismo retiene la respiración frente a la sombra del dopaje.
Pero el segundo Tour de Contador pasará a la historia por haber sido una edición tranquila, sin sobresaltos.
El dopaje estuvo presente en los días previos al inicio de la carrera. La Unión Ciclista Internacional (UCI) volvió a ocuparse de los controles tras un año de paréntesis en el que fue sustituida por la Agencia Francesa de Lucha contra el Dopaje (AFLD).
El dispositivo puesto en marcha fue similar al del año pasado, con la diferencia de que se pudieron usar las informaciones recogidas para la elaboración del pasaporte biológico, lo que permitía afinar más la búsqueda de los tramposos.
En la teoría, el método ha dado resultado. "Algo ha cambiado. Los controles afinados, el pasaporte biológico hace que sea más complicado hacer trampas", asegura con satisfacción el director de la carrera, Christian Prudhomme.
Sus palabras encuentran eco en el presidente de la UCI, Pat McQuaid: "El pasaporte biológico hace que los que tienen tentación de doparse se lo piensen dos veces".
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