No era la primera vez que un "terrorífico error" como el que mató a Rayan ponía fin a una vida en el madrileño hospital Gregorio Marañón. Hace más de año y medio, el 23 de enero de 2008, una negligencia similar le costó la vida a la inmigrante rumana Rebeca A. S., cuando un auxiliar de enfermería le inyectó una sustancia que tendría que haber sido usada para observar el fondo del ojo de su bebé, que había nacido horas antes por cesárea, según El País.

Un auxiliar de enfermería de obstetricia inyectó el contenido de un jeringa que se cree que no tenía etiqueta a Rebeca. Contenía 10 centímetros cúbicos de cicloplejicofenilefrina, una sustancia que paraliza el iris y que se utiliza para observar el fondo del ojo. Pero el auxiliar se confundió: tendría que haber extraído unas gotas de la jeringuilla para verterlas en el ojo del bebé.

Siete horas

Rebeca, que 48 horas después de la cesárea se encontraba en perfecto estado de salud, murió debido a esta confusión siete horas después de recibir la inyección. Los médicos intentaron salvarle la vida, pero su esfuerzo fue en vano.

Un portavoz del hospital admitió este miércoles que se había producido dicho error y que se siguió el protocolo establecido para estos casos, siempre según El País. El hospital, a través del Defensor del Paciente de la Comunidad de Madrid, indemnizó a la familia. El Gregorio Marañón no ha facilitado la cuantía de la indemnización, pero fuentes sanitarias creen que superó los 100.000 euros.

Según fuente no oficiales del centro hay un paralelismo entre la muerte de Rayan y Rebeca, que atribuyen "al caos organizativo y falta de personal" de materno-infantil del hospital. El auxiliar de enfermería que se equivocó fue trasladado a un centro sanitario de Vallecas, donde a día de hoy continúa trabajando.

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