Uno de ellos, F.J.F.R., de 28 años y con una invalidez psíquica del 75%, ya había realizado un curso de jardinería, pero aún no ha encontrado trabajo. Por ello, hace un par de semanas recibió una carta del Servef para un programa formativo. Debido a su incapacidad, su madre lo acompañó a la cita. María R. se quedó perpleja al enterarse que su hijo tenía que hacer un test que demostrase si era o no apto para un curso de gerente de empresa.

La Conselleria de Empleo justifica esta medida porque «no debe discriminarse a ningún desempleado». Por ello, realiza una prueba de selección con preguntas como «¿qué es un arancel?», cuestión de difícil respuesta para un discapacitado psíquico.

F.J.F.R. tuvo que hacer las pruebas ante el riesgo de dejar de cobrar del paro, pero no las superó. Además, su madre presentó un escrito para que «no fuera seleccionado por la imposibilidad de seguir el ritmo del curso» y aportó un certificado.

Otro desempleado con un 50% de discapacidad psíquica, Antonio, no fue llamado para este curso pero recordaba haber hecho otro de «tecnología digital», aunque no sabía precisar más detalles.

También han recibido la carta parados a los que les faltaba un mes para jubilarse y un agricultor analfabeto al que su mujer le rellenó el test.

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También el que ya hizo el curso

El Servef realiza esta selección  sin filtros sin tener en cuenta las características de los aspirantes. Es más, algunos de los parados ya habían hecho este mismo curso y tuvieron que perder una mañana para acreditarlo con el diploma y quedar exentos. Según una empleada del Servef, uno de los motivos por los cuáles se cita «de manera indiscriminada» es la falta de un sistema que catalogue a los parados en función de las posibilidades o sus pretensiones.