La tradición manda, ¿o será la obligación? Para muchos, el mes de agosto está vinculado históricamente a vacaciones, pero para otros, sobre todo si se tiene niños, la necesidad es la que marca que los padres se cojan su descanso anual en este periodo.

Tener a alguien que cuide a los niños es muy difícil en este mes, sobre todo ahora que la crisis aprieta. Todos los centros públicos están cerrados, no acogen a menores desde el 24 de julio hasta el 9 de septiembre, y la crisis ha reducido también la oferta de talleres de verano que parten desde el Ayuntamiento.

La oferta privada también disminuye porque muchos centros deciden cerrar sus puertas también durante ese mes para dar vacaciones a sus empleados.

«En los últimos años se está notando un cambio en la tendencia y en agosto son cada vez más los padres que acuden para dejar a sus niños», reconocen desde el centro Tampico.

El cierre de las públicas, las pocas vacaciones de algunos progenitores por la recesión económica y el hecho de que agosto sea el mes más caro para viajar son las razones de este incremento de demanda que, sin embargo, otras instalaciones no han notado.

«Otros años abríamos en agosto, pero este año no hemos llegado al mínimo de niños y nos veremos obligados a cerrar», afirman desde el centro Santa Mónica.

En los pueblos: poca oferta

Si el problema es grande en la ciudad, en los pueblos, mucho más, aunque en muchos cuentan con la iniciativa Crecemos en verano, de la Junta, que organiza actividades en las mañanas de julio y agosto.

Precios: caros

El hecho de tener que acudir a centros privados multiplica los gastos. Como mínimo se pagan 100 euros al mes por tener al niño tres horas en el centro.

Una jornada completa puede llegar a suponer 300 euros al mes.

Campamentos: la mejor opción

Los campamentos, tanto los municipales como los de la Junta, son la mejor opción porque el niño interactúa con otros menores.

Aunque son públicos, suponen un desembolso importante, unos 90 euros por semana.

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